Todos los expertos y líderes gremiales del sector energético levantan sus voces para reclamar urgentes medidas preventivas por parte del gobierno central con el fin de evitar, más temprano que tarde, un posible racionamiento de energía y gas en el país que afectaría sin lugar a dudas a todos los habitantes.
Sin embargo, no han sido escuchados, muy a pesar de sus argumentos técnicos, lejos de la politiquería con que se ha arropado la mal llamada transición energética, que no tiene suficientes alas para iniciar un verdadero proceso que beneficie y postergue en el tiempo el cambio climático que estamos viviendo y camina a paso agigantados sin que en los grandes foros, donde se definen los caminos a seguir, puedan orientar con certeza a los pueblos, que se hunden en la incertidumbre como consecuencia de los bandazos como se mueve el actual gobierno.
Hace apenas dos años se inició la discusión sobre la existencia de gas en el territorio y en ese entonces se dijo que había suficientes reservas hasta los próximos 25 años y qué tamaña mentira, actualmente se ha descubierto que la crisis viene en los próximos doce meses, si tenemos en cuenta que ya Ecopetrol inició la restricción de la venta de este energético a 23 empresas del país para poder alimentar a las termoeléctricas que producen la energía, lo cual según los expertos, constituye un campanazo de alerta, para que se tomen medidas urgentes de prevención y evitar una crisis mayor que conduzca a cambiar, ahora sí, el gas por el uso de la leña para regresar a cocinar en los antiguos fogones, que se utilizaban en la gran mayoría de los hogares campesinos.
Y si así fuere, el mal sería mucho más grave, los bosques continuarán en el acelerado proceso de extinción y la economía se convertiría en un galimatías de nunca acabar.
No se entiende por más razones de protección del medio ambiente aducidas que, un Juez de la república, haya detenido la exploración de un yacimiento de gas en las lejanías de la Costa Caribe, con la justificación de hacer caso a una comunidad nómada, como lo son los pescadores de la orilla del mar, mientras que la población indígena, está a miles de kilómetros, que no los afectaría de ninguna manera, pero sí pone en vilo, la posible solución a la crisis energética por lo menos durante el próximo lustro.
Además, ya se comenta en las esferas del alto gobierno sobre la posibilidad de importar gas, y por consiguiente el costo del mismo en la distribución a los hogares se verá incrementado ostensiblemente, lo que agrava la ya difícil situación económica de cerca de 30 millones de usuarios.
La arrogancia y suficiencia del presidente de la república, que “no da el brazo a torcer” ante la suficiente y clara ilustración de los técnicos, tiene en ascuas, por ejemplo, la problemática energética en la Costa Caribe, hasta tal punto que la empresa principal debió ser intervenida y la incertidumbre ronda a todos sus habitantes.
A todo lo anterior se suma, los cambios climatológicos impredecibles, como el actual verano, mientras que los colombianos miran con estupor, funcionarios que no atinan ni aciertan en sus pronósticos, creando más temores que certezas.
Ojalá que la realización del COP16 en la capital vallecaucana, deje luces de esperanza y obligue al gobierno a tomar el camino correcto en materia energética.