Por un principio de vida siempre destaco lo que me aportan las instituciones y/o personas a mí o al entorno en el que me muevo. Por esa razón siempre le agradeceré lo que a lo largo de los últimos 30 años le brindó Cortuluá a la Villa de Céspedes y la región y deseo que le vaya bien ahora que han decidido irse con sus trastos para la ciudad de Yumbo.
Nunca olvidaremos la fiesta que armamos los tulueños en Palmira para lograr el ascenso a la primera división, el cupo logrado a la Copa Libertadores de América, la vibrante semifinal ante el Medellín en el Atanasio Girardot y los cientos de goles que anotó y cantamos en el 12 de Octubre y los logrados en los diferentes estadios del país.
Para los amantes de la actividad balompédica es claro que la partida del “Equipo Corazón” a la Capital Industrial de Colombia nos dejará un vacío, pues no hay placer más grande que ver el fútbol desde la gradería, encontrarse con los amigos de siempre, saborear el maní tostado y claro está un delicioso tinto en la tarde o en la noche.
Lo que no comparto en esta historia, es que la escuadra de la familia Martán se esté yendo por la puerta de atrás, con el malestar de la afición que siempre lo acompañó y echándole la culpa al estadio y a las autoridades locales, teoría que se cayó por completo en la presente semana luego que Oscar Arturo, el hijo de Nacho, reconociera en diálogo con la periodista Stefanía “Nía” Gómez que trasladarse a Yumbo era parte de una estrategia comercial, pues la Capital Industrial le ofrece más opciones de patrocinio y adicionalmente los veedores que llegan a la caza de talento lo hacen a Cali y poco les gustaba venir a tierras tulueñas.
Por ahí debieron haber empezado y seguramente los tulueños lo habríamos entendido pues si algo sabemos desde hace rato es que el fútbol es un negocio y como tal hay que verlo y entenderlo de esa manera.
Larga vida en tierras yumbeñas y que si algún día vuelven sea para disputar un título de primera.