En una extensa carta dirigida al jefe de Estado, Sarabia expresó su gratitud por los años de trabajo conjunto, pero dejó claro que su salida obedece a una decisión basada en la “coherencia personal y respeto institucional”.
“La parte más importante de mi vida pública ha transcurrido a su lado”, señaló Sarabia, quien ocupó anteriormente cargos clave como jefa de gabinete, directora del Departamento Administrativo de la Presidencia (Dapre) y del Departamento de Prosperidad Social (DPS), antes de ser nombrada canciller.

Aunque evitó señalar una causa puntual, la exministra sugirió que algunas determinaciones recientes —como el manejo del proceso de licitación de pasaportes— contrastan con sus principios. “No se trata de diferencias menores ni de quién tiene la razón. Se trata de un rumbo que, con todo el afecto y respeto que le tengo, ya no me es posible ejecutar”, indicó en la carta.
Sarabia mencionó que su decisión fue producto de una “reflexión profunda” motivada por el compromiso con su conciencia, el país y su forma de entender el poder público. Recalcó que su paso por el servicio estatal tuvo un alto costo personal y familiar, pero reafirmó que se va con la tranquilidad de haber actuado con integridad.
“Me retiro con la certeza de que el poder no se mendiga ni se utiliza para beneficios propios”, subrayó.
La renuncia de Sarabia se da en medio de tensiones internas dentro del gabinete y posibles movimientos ministeriales en la recta final del actual gobierno. En su despedida, la exfuncionaria reiteró su disposición a mantener el diálogo institucional y deseó al mandatario un cierre exitoso de su administración.
“Colombia sí puede ser una potencia de la vida. Ese sueño exige unidad, humildad y decisiones valientes”, concluyó.