Este retrato espontáneo, captado frente a los locales comerciales del centro, nos recuerda que la vida también se mide en gestos de afecto y sencillez.
En un mundo acelerado, esta escena es un homenaje a la compañía, al respeto por nuestros mayores y al amor que, incluso sobre dos ruedas, puede mover montañas y más ahora que los mototaxistas han aumentado el valor de sus servicios que desde los devaluados dos mil pesos que todos estábamos acostumbrados a pagar por el servicio, han pasado a los tres mil, cuatro mil y hasta pueden llegar a los diez mil pesos, dependiendo la distancia a recorrer y al estado de las vías, o si está lloviendo o con sol.
Además muchos no se arriesgan a montarse en la barra de una bicicleta en Tuluá.