Curioso que los dos magistrados de la sala penal del Tribunal Superior del Distrito Judicial de Bogotá, que decidieron absolver a Álvaro Uribe, hayan dictado su sentencia antes del 26 de octubre (este 26 se celebra la consulta partidista del Pacto Histórico en la que participa Iván Cepeda) cuando Uribe ya había renunciado a la prescripción del proceso, y que la lectura del fallo casi coincida con el ataque aleve del bárbaro Trump al presidente Petro en el que lo acusa de narcotraficante, para que luego Marco Rubio, que es el Secretario de Estado de USA, celebrara aquella absolución, que por supuesto no es definitiva, constituyendo otra amenaza a la soberanía de Colombia y a la independencia de su poder judicial.
Es un golpe medido a Iván Cepeda porque Trump y su séquito lo ven como el sucesor de Petro en la presidencia de la república. Incluso, lo ven más recio en sus posiciones políticas porque la decencia, la sensatez y la serenidad de Cepeda no la tiene ningún político en Colombia.
El proceso que le inició Uribe por supuesta injuria en 2012 pero que se lo volteó en 2018 el mismo Cepeda para hacerlo condenar en primera instancia en este 2025, es una muestra de su constancia en la defensa de las víctimas de todos los bandos dentro del conflicto armado interno, que no va a cesar por el revés que significó la decisión de una sala de tres en la que una de las magistradas brillantemente salvó voto.
Ya advirtió el senador progresista que la lucha continúa no solo en este proceso con el recurso extraordinario de casación ante la misma Corte Suprema de Justicia que antes ya le había dado validez a las pruebas contra Uribe en las que se le escucha determinando un soborno, sino en otros procesos penales que pronto iniciarán por la muerte en Antioquia de varios líderes sociales, porque Iván Cepeda es el poder de la verdad.








