Con la canción de Jeanette, “Corazón de poeta”, culmina la película colombiana “Un poeta”, que se vende como una comedia pero que es más tragedia, el lugar donde se encuentra la belleza.
Dirigida por Simón Soto y protagonizada por Ubeimar Ríos que es prácticamente un actor natural que casi se autorepresenta, el filme ya ganó un premio en el prestigioso Festival de Cannes, y fue escogida por Colombia para representarnos en los permios Goya de España y en la selección de la película latinoamericana para los premios Oscar, el mismo nombre del personaje principal de la película, Óscar Restrepo que es un poeta fracasado que busca redención en una joven alumna a la que pretende auxiliar para que logre el éxito que él nunca obtuvo.
Oscar logra moldear un personaje entrañable, pero que puede ser odiado por aquellos que celebran exclusivamente el triunfo individual económico. Dos cuestiones, de las muchas que nos deja la película, para resaltar: I) el sistema capitalista consumista generalmente tira al margen a los artistas y los obliga a sobrevivir en lo que salga, y así a Oscar que es un discípulo, de José Asunción Silva, le toca emplearse como docente de colegio en su adultez tardía, mientras Yurleidy, en su temprana adolescencia, siendo una buena poeta está condenada por su extracción humilde a vivir de arreglar uñas y a tener hijos (el pobre lo es porque quiere, dice la derecha) y II) el mundo de los festivales de poesía, un espacio que se creería no está contaminado por el mercantilismo, está infestado por las prácticas corruptas del sistema mencionado.
Los espectadores reímos con las ocurrencias de Oscar, pero atrás está el drama de unos personajes enfrentados a una realidad hostil propia de un país tercermundista que, valga el spoiler, ha retratado muy bien el cineasta Víctor Gaviria que aparece en un cameo de la película.