A pesar de que la elección de la doctora María Patricia Balanta Medina como magistrada de la Corte Constitucional significaba un logro histórico para la región vallecaucana y la Uceva, no faltaron los que desde este mismo nicho se molestaron con su candidatura por el hecho cimentado en el relato mediático de que era la candidata de Petro, lo que irrespeta a la doctora Balanta que no es una política ya que su vida laboral ha sido desempeñada exclusivamente en la rama judicial, y como el odio a Petro lo puede todo malograron la candidatura de la magistrada.
Así, sostuvieron la estupidez de que con ella en la Corte el presidente Petro, cual si fuera el delincuente Uribe Vélez, pretendía perpetuarse en el poder. Lo que sí pretendió el gobierno fue impedir la elección de Carlos Camargo, con cuestionamientos probados de corrupción con el ¨tú me eliges, yo te elijo” y que como defensor del pueblo durante el estallido social calló frente a las decenas de asesinatos de protestantes. Camargo es otro buen muchacho del “vargasllerismo” y el “uribismo” como lo fue Jorge Pretelt (también de Córdoba) único togado de la Corte Constitucional condenado penalmente por corrupto en esta corporación. Acá la necesidad de una reforma a la justicia que quite funciones electorales a las altas cortes, ajuste que reaviva la necesidad de una constituyente ante la negativa inveterada del Congreso para hacerla.
Al Pacto Histórico le tocaba escoger entre un jurista blanco y de buenas referencias o entre una mujer afrodescendiente, de provincia y con amplia experiencia; era natural que se decantara por Balanta a pesar de que nunca ha sido de izquierda, como ella misma lo dijo en micrófonos antes de la votación en la que le hizo encerrona la derecha que está desesperada por volver a obtener en 2026 el botín que es para ellos el Estado.