Aunque los amigos del señor presidente, siguiendo el ejemplo del Jefe de Estado, han creado la narrativa (término que les encanta) que lo sucedido en el estadio Metropolitano de Barranquilla fue instigado por los Char y los oligarcas de este país, el «fuera Petro» no es otra cosa que el descontento que ya se ha generalizado y que se siente en las calles, parques, centros comerciales, plazas de mercado, donde el ciudadano del común percibe que en un año largo de gobierno, las cosas no cambian y lo que es peor, en temas como la seguridad y los productos de la canasta familiar han empeorado.
Si el mandatario de los colombianos se revistiera de humildad suficiente y escuchara estas voces dejando de lado el delirio de persecución que lo acompaña desde el momento en que dejó las armas y le apostó a la paz a través de la política, entendería que esas voces no fueron en contra de su adolescente hija y mucho menos en contra de la “fandanguera” primera dama, sino contra la forma como viene rigiendo esta patria que hoy necesita un líder sensato, con los pies en la tierra y que no se deje llevar por los cantos de sirena que un cerrado círculo le hacen sonar creándole la idea que todo va de maravilla.
Ese «fuera Petro» es un llamado de atención para que deje de estar pensando en que va a salvar el planeta con sus postulados del cambio climático o invitando a conciertos a favor de un país lejano, mientras las muertes en Colombia van en aumento en la ruralidad y los centros poblados, con una fuerza pública desestimulada y cada vez más arrinconada y diezmada y para ellos ni un acorde de guitarra
El «fuera Petro» que el coro celestial, como lo llamaba el narrador Edgar Perea, hizo sentir su voz en la casa de la Selección Colombia debe ser aprovechado por el Ejecutivo Nacional para acudir a la infalible y nunca pasada de moda Matriz DOFA y mirar las debilidades, oportunidades, fortalezas y amenazas y así recomponer el camino, dedicarse a gobernar para que los que votaron por el Pacto Histórico y los que lo hicieron por la otra propuesta e incluso los que votamos en blanco sintamos que el cambio valió la pena.