Acabo de leer la conmovedora e inteligente novela de Fernando Molano Vargas (Bogotá 1968-1998), “Vista desde una acera”, fruto de una beca de creación otorgada por Colcultura, a su autor, en 1995, y que el mismo entregara para cumplir los requerimientos del estímulo, como manuscrito corregido dos años después.
Manuscrito que fue encontrado en años posteriores a su muerte entre los archivos de la Luis Ángel Arango, gracias al empeño y trabajo de una amiga del autor. La novela, permaneció inédita durante quince años, hasta que en 2012 fue publicada por la editorial Seix Barral en una primera edición y reeditada en junio de 2021.
“Vista desde una acera”, es una especial historia de amor, que deja al lector con una enorme desazón, pues nos señala todas las taras que hacen de nuestro entorno, un sitio, una geografía, donde se sigue juzgando al otro, al diferente, al pobre, al excluido, desde una aberrante condición humana, como es la condición de supremacía social, moral, religiosa o económica, negando la validez de la diversidad del quehacer social y colectivo y la manera específica en que cada ser individual tiene que afrontar sus fortalezas, debilidades, calidades y limitaciones, desde la compleja y fatal realidad que encuentra al nacer, como una infranqueable barrera para su prosperidad personal, o como un mayor o menor cúmulo de privilegios.
Somos el reino de la ignorancia, la superstición, el prejuicio, la descalificación y la violencia, defendido y cobijado por religiones y por grupos humanos, como las élites políticas y económicas, que son las y los abanderados y propiciadoras del dolor, la muerte y la desesperanza.
Es hora de reivindicar valores humanos como los que pone de presente en sus personajes Molano Vargas. Es hora de perseverar en el empeño y en la lucha por hacer realidad la generosidad, la solidaridad, la empatía, la alegría y la vida.