De toda la carga simbólica que ha comportado este primer mes del primer gobierno de izquierda en el país, incluidos los sin sabores de tener que soportar a la politiquería de siempre pidiendo y apoderándose de la burocracia habitual para que puedan apoyar en el Congreso las reformas que ameritan el cambio, uno que ha llamado la atención es el nombramiento del cineasta Sergio Cabrera como embajador en la China.
Mirar hacia atrás no solo implica la necesidad de Petro de mostrar el país en bancarrota social y económica que recibió de Duque y las élites que han mandado a sus anchas, sino la de reivindicar las luchas que tanto han costado en la resistencia popular.
La historia de la familia Cabrera es un ejemplo de tantos. Digna de novelar, como lo entendió el escritor Juan Gabriel Vásquez para su última obra “Volver la vista atrás” (Alfaguara, 2020) la vida de los últimos Cabrera gira en torno a la lucha contra el fascismo, primero en España cuando estando viviendo en la Barcelona rebelde contra la dictadura de Franco huyen hacia Latinoamérica pasando por el caribe para terminar radicándose en Colombia donde se criaría Fausto Cabrera, un icónico personaje en los inicios de la televisión colombiana a mediados del siglo pasado, y que se involucró tanto en la confrontación al régimen que finalizó militando en el recién fundado Ejercito Popular del Pueblo (EPL) de tendencia “Maoista”, lo que lo arrastró a él y consigo a su familia a la China revolucionaria del “Gran salto”, experiencia política que como todas las totalitarias arrasó sueños y esperanzas de millares de personas, golpeando con especial dureza a los hijos de Fausto, Marianela y Sergio, que siendo adolescentes fuerón abandonados en el exótico y a la vez infernal paraje, para luego volver a Colombia y ser reclutados en la guerrilla donde pasaron las duras y las maduras.
Sergio como su hermana desertaron, sus padres arrepentidos por obligarlos a soportar tales vejámenes magistralmente relatados por Vásquez, pero que paradójicamente llevaron a que el futuro cineasta se refugiara desde temprano en el séptimo arte francés y pariera materiales fílmicos como la multipremiada “Estrategia del caracol”.
Nadie mejor para entender a la China de hoy como Sergio Cabrera, y que Petro en el magnífico maremágnum de sus primeras semanas en el poder lo haya entendido es un acto de justicia.