En días pasados circuló en las redes sociales una información en la cual se decía que el presidente de El Salvador y su Ministra de Educación determinaron que los estudiantes deben tener bien puesto su uniforme, estar bien motilados y saludar con todo el respeto a sus docentes y compañeros, todo esto, según el presidente, para crear criterios claros de disciplina y orden en las aulas escolares y enseñar a los estudiantes los buenos elementos educativos.
En Colombia, por el contrario, en una decisión que para mí es errada, la Corte Constitucional ha establecido que los estudiantes pueden llegar a las instituciones educativas como quieran y no se les puede exigir uniforme, ni peinado, ni nada por el estilo porque se vulnera el libre desarrollo de la personalidad consagrado en el articulo 16 de la Constitución.
Así pues, el libre desarrollo de la personalidad, que debe ser considerado como que cada uno de nosotros debe tener claro que para desarrollarse plenamente debe tener salud, buena educación y de calidad, protección de estado, recreación, vestuario adecuado, se ha convertido en que cada ser humano en Colombia y cada estudiante puede hacer lo que le de la gana, pues de lo contrario si se le exige algo por parte de las instituciones educativas es víctima de denuncias que, seguramente, van a perder ante los tribunales.
Estamos criando una generación en la cual, la disciplina, los buenos modales, la decencia al vestir ha pasado a un segundo plano y estamos siendo testigos de un montón de jóvenes con pelos pintados, pircing por todas partes, pantalones o sudaderas a media nalga y todo tipo de arbitrariedades que van contra las buenas costumbres.
Algunos me dirán que ese tipo de comportamientos no indica que un estudiante no pueda estudiar o aprender, y tienen razón, pero cuando se enfrenta a la realidad laboral, una empresa seguramente no va a permitir que su empleado, que debe llevar un uniforme, lo porte de cualquier manera porque es la imagen de la misma y que las buenas costumbres no pasan de moda.