En el sistema democrático colombiano hay dos instituciones que desde hace ya varios años han perdido el protagonismo. Les hablo de las Asambleas y los Concejos, organismos que al tenor de la ley son las juntas directivas de los departamentos y municipios, representantes de los ciudadanos ante el ejecutivo y los garantes de que se cumplan los compromisos que alcaldes y gobernadores adquieren en campaña, donde prometen de todo en sus correrías por los territorios.
Y es que de entrada, y para ponerlo en términos del boxeo, concejales y diputados tiran la toalla al ceder a los mandatarios facultades plenas para que dispongan de presupuestos, bienes y servicios con escasos debates y discusiones de temas que a la postre resultan sensibles para la comunidad. Una vez entregadas esas facultades los dos organismos, bastiones de la democracia en los territorios se convierten en figuras decorativas.
La primera prueba de fuego para los integrantes de las dos corporaciones la tienen con los planes de desarrollo, documentos cargados de buenas intenciones y con nombres rimbombantes y en algunos casos hasta poéticos y donde entre líneas, los mandatarios y sus asesores le meten unos “micos” con pinta de orangután que en muchos casos son detectados y salvo contadas excepciones se abre el debate, pues la mayoría prefieren guardar silencio porque a esta altura del paseo el jefe de gobierno aún está en la repartición de la torta y obvio, temen quedarse sin su pedazo.
Sería conveniente y sano que los diputados y concejales se dieran a la tarea de revisar bien las facultades que cederán, mirar los alcances, presupuestos que se afectarían, bienes que podrían ser vendidos o enajenados y de esa manera evitar que las “IAS”, como suelen llamar a los órganos de control y justicia, los pongan a subir y bajar gradas en tortuosos y costosos pleitos legales.
Nótese que no hago referencia a ningún departamento o municipio en específico, pues en Colombia este es un mal endémico y cada día el papel que cumplen los padres de la patria chica se hace menos visible y muy pocos se salen del molde.