El momento que muchos estábamos esperando se ha hecho presente esta misma semana. Oficialmente se les dio la bienvenida a los estudiantes de vuelta a las aulas, el covid no ha desaparecido, pero era necesario que se regresara a la normalidad. A pesar de que muchos padres de familia y tal vez algunos docentes no respaldaban la decisión, por razones personales y relacionadas con la situación que estamos viviendo; es necesario tener en cuenta que por más de que exista lo preciso para llevar las clases fuera de las instituciones, estamos usando herramientas en las que todavía somos principiantes, por lo que no hay comparación con la calidad de la educación presencial. La salud mental ha estado en juego, es necesario sentir el calor humano de ese segundo hogar, estar con amigos, escuchar el fraternal saludo de nuestros maestros, que cada día han puesto su granito de arena para continuar ayudándonos a tener un gran futuro. Este es el momento en el que menos debe subestimarse la gran labor que han desempeñado a pesar de las circunstancias.
Posponer la decisión no era debatible, especialmente porque muchos estudiantes -aunque hayan pasado casi dos años desde la pandemia- no cuentan con las herramientas necesarias para un ritmo adecuado de educación, tener una computadora o un folio de papeles engrapados con todo lo que hay que saber, no reemplaza ni se iguala al maestro que se para frente a todos sus estudiantes para explicar claramente un tema de clase. Además, existen niños que recién están comenzando su vida escolar y la manera correcta de aprender aquello que lo acompañará el resto de su camino, no se refleja fácilmente en una pantalla o encuestas vía correo electrónico y más aún sin el acompañamiento adecuado. Bien sea una decisión apresurada o tomada en el momento correcto, es grato darle la calurosa bienvenida a ese primer día postpandemia.