El doctor Ciro Morán Materón, fue un distinguido jurista y abogado egresado de la Universidad Libre de Bogotá, donde fue discípulo de los maestros, Gerardo Molina, Eduardo Umaña Luna, Álvaro Pérez Vives y Diego Montaña Cuéllar, Carlos Maria Lozano entre otros.
Hizo parte de lo que podríamos llamar la segunda hornada de juristas que desde la creación de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Humanísticas de la UCEVA, continuaron una tradición Forense, iniciada de tiempo atrás por los abogados, Lisandro Martínez Zúñiga, Luis Enrique Romero Soto, Omar Arturo Ortiz, Arturo Valecia Zea, Saulo Victoria Viveros, Marino Dávalos, para citar algunos, a los que José Hugo Ochoa, bautizó desde las páginas del diario El País, como “La Escuela Jurídica de Tuluá”.
Con sus colegas y condiscípulos Israel Moreno, Oscar Naín Borja y Raúl Victoria Perea, hizo parte del selecto grupo de profesionales del derecho que iniciaron con entusiasmo y arrojo la responsabilidad de formar universitarios y egresados que, desde el campo de la jurisprudencia, dieran a la comunidad tulueña y centro vallecaucana, abogados competentes y ciudadanos probos.
Pero desde su cátedra de Derecho Internacional, el doctor Ciro, descubrió además sus dotes de escritor de temas que tuvieran que ver con los estudios que lo apasionaban, como era todo lo afín con los tratados y las relaciones internacionales entre los Estados.

Esta faceta que produjo nueve títulos con su editor Lizardo Carvajal, complementó sus siempre rigurosas y dedicadas actuaciones como abogado litigante, labor de la que su amigo y colega Fernando Duque Jaramillo, destaca con estas palabras: “La llegada de Ciro Morán a la secretaría de los juzgados, estaba siempre acompañada de su cálida simpatía, de su saludo caballeroso, del comentario jocoso y el chascarrillo oportuno, que le granjeaban la simpatía y el afecto de jueces y de dependientes judiciales”.
Y prosigue Duque Jaramillo: “Ciro fue el compendio de muchas cosas. Del tulueño raizal, del deportista integral, del gran esposo y padre amantísimo, del buen vecino, del ser caballeroso y prudente, del incomparable amigo, del amante del bolero y de la Sonora Matancera, del prestidigitador de la palabra, del abogado diligente y distinguido, y del académico de recias disciplinas que les hereda a sus incontables alumnos un rico legado de obras de hondo calado jurídico”.
Te despedimos y enviamos un mensaje a su esposa Lida Rendón, a sus hijos Ciro Alexánder, Giovanny, David, y a su hermana Miryam Morán y demás familiares. Manifestamos todo nuestro amor inmortal a nuestro querido maestro y colega con este modesto homenaje por parte de la comunidad estudiantil y egresados UCEVISTAS.
Te llevaremos siempre en nuestros corazones y recuerdos. Gracias por tantas cosas, en una sola vida.