Los trabajos que se venían desarrollando durante toda la semana, tuvieron su momento culmen cuando la pala del buldozer empezó a tirar al piso paredes y columnas, de las cuales, pasadas las dos de la tarde ya solo quedaban escombros.
Este trabajo no obtante generó malestar entre los comerciantes cercanos, quienes indicaron que pese a la magnitud de la demolición no se hizo el aislamiento adecuado que mitigara en parte el impacto del polvo que por naturaleza se presenta ante una acción como la desarrollada.
A lo anterior, se suma que no se aisló de manera adecuada la zona para que los peatones se vieran obligados a transitar lo más alejados de la zona epicentro de la demolición.
Es sin duda un llamado de atención para las autoridades locales que deben tener en cuenta que, además de dar los permisos, se debe vigilar la manera como estos se ejecutan para evitar complicaciones mayores para los ciudadanos. Ahora habrá que esperar cuál será el futuro de ese espacio que por estos días dejaba la sensación de inseguridad constante.











