Es un recurrente histórico la lentitud impresionante de las autoridades de Tránsito del orden departamental cuando ocurren accidentes y es más lamentable la ausencia de medidas preventivas para evitarlos, y hacer presencia permanente en zonas viales consideradas críticas como consecuencia de la altísima accidentalidad que por supuesto solo deja estelas de dolor y lágrimas.
Nos referimos a la doble calzada Buga-Tuluá-La Paila-La Victoria, en la cual se ha convertido la conducción en un ejercicio circense, por la cantidad de malabares que se deben hacer. Allí se presenta una anarquía nunca antes vista, desde que se inició su uso, cuyo flujo automotor crece geométricamente, mientras la presencia de la autoridad lo hace aritméticamente y en forma paquidérmica, sin que hasta el momento se vislumbre una actitud real y concreta de trabajar en favor de convertir el trayecto en algo que invite a disfrutar del hermosísimo paisaje centro vallecaucano.
Por el contrario, vemos alarmados, las motos circulando de día y de noche por las bermas, sin luces en las noches y a toda velocidad en el día, como también en contravía camiones grandes y pequeños y hasta patinadores van y vienen como “Pedro por su casa” sin respetar señales, ni el obligatorio carril correspondiente.
Es inexplicable tanto desinterés por salvaguardar la vida de los conductores y viajeros que son miles y miles, de norte a sur y de occidente a oriente, entre las ciudades intermedias como también toda esa gran masa de carga que se moviliza desde los principales puertos de país hacia el centro, norte y sur del territorio nacional. Ya el comentario normal de los habitantes de las ciudades y pueblos aledaños a la doble calzada, es lastimosamente, “vamos para la carretera de la muerte” significando así el alto grado de peligrosidad en que se ha convertido con el paso de los años.
Y las medidas de prevención son “pañitos de agua tibia” que no funcionan para nada, como es el caso de las fotomultas, que generan un comparendo, al cual nadie le teme, pues se convierten, más en un negocio que en una solución, pues en la gran mayoría de los casos, los sancionados prefieren aceptar el descuento del 50% y cancelar un valor en dinero que verse envueltos en trámites, viajes, lleno de requisitos de protocolos e inclusive cuando es obligatorio trasladarse a las oficina de la capital vallecaucana o a otros municipios, con toda la problemática que implica.
Ante tanta indolencia, aceptamos las serias críticas hacia el gobierno departamental que no moderniza ni mucho menos agiliza una adecuada y oportuna vigilancia vial en esta zona central del Valle, falencia total de campañas educativas, poca visibilidad de la autoridad competente y así va creciendo la ola de descontento general de la población afectada y de contera sufre graves consecuencias de credibilidad la democracia, que es la peor de las consecuencias y no se pueden dimensionar a primera vista, porque “los árboles impiden ver el bosque” y desde el gobierno regional, solo se escuchan anuncios que no dejan de ser “cantos de sirena” sin presentar soluciones de fondo.