Con frecuencia Jesús le habla a sus interlocutores por medio de parábolas. Los apóstoles le preguntan el porqué toma esta actitud. En esta aclaración Jesús toma una cita del Antiguo Testamento en la cual se afirma: “Son duros de oído, han cerrado los ojos; para no ver con los ojos, ni oír con los oídos, ni entender con el corazón, ni convertirse para que yo los cure”. (Mateo 13,10-17)
Hoy somos ese nuevo pueblo de Israel, somos parte fundamental de ese grupo de fieles que sigue la palabra de Dios, somos su pueblo y ovejas de su rebaño, sin embargo, no queremos ver lo que pasa a nuestro alrededor, ni escuchar el mensaje de Jesús, ni entender lo que él nos quiere decir. Nuestro comportamiento de fe, nuestra vida social, deja mucho que desear y con frecuencia violamos la Alianza establecida con Dios por medio de sus mandatos.
Elementos tales como la corrupción política que anda campante por todas las regiones del país, el poco respeto por la vida de los demás, la inseguridad que prende todos los días las alarmas de los ciudadanos y los atemoriza, la falta de valores familiares donde las víctimas de esas falencias son nuestros niños y jóvenes que, en muchas ocasiones, no saben qué camino tomar; la falta de valores espirituales en nuestro entorno, son solo el reflejo de una sociedad que se ha alejado de Dios y por eso ha entrado en un caos constante.
Nuestra sociedad de hoy tiene que ver la realidad de pecado que está viviendo y escuchar el evangelio de Jesús para iniciar procesos de conversión que le permitan acercarse a Dios de verdad y vivir plenamente el encuentro personal con Jesús. No nos podemos quedar esperando soluciones políticas (que no siempre las tienen o sacan disculpas idiotas para no hacerlo), es evidente que cada uno de nosotros desde nuestros hogares, desde el interior de nuestro corazón tenemos que cambiar esas actitudes de pecado y volver el rostro a Jesús para vivir plenamente en Paz.