¿Por qué se ha perdido el respeto hacia la autoridad y más aún hacia los agentes de tránsito? Esa pregunta podría tener una fácil respuesta, muchos seguramente dirán, “porque ellos se exceden, son autoritarios o arbitrarios” y cosas por el estilo.
Sin embargo, nosotros como ciudadanos debemos entregar o dar el respeto que exigimos para nosotros. Como ciudadanos debemos observar las normas, o sea cumplirlas.
No podemos andar a medias, con licencia, pero sin Soat, en el caso de los conductores de vehículos, especialmente las motocicletas. Tampoco podemos portar el chaleco, pero sin los direccionales o sin los espejos retrovisores. Mucho menos debemos andar en contravía o hacer caso omiso de la luz roja, ni tampoco exceder los límites de velocidad.
Sin embargo, muchos no cumplen la normatividad respectiva, se hacen ‘los locos’ o les importa un bledo. Y peor aún, cuántas de estas personas que trasgreden las normas lo hacen transportando a sus hijos.
¿Qué ejemplo les estamos dando? Es cierto, agentes de tránsito, patrulleros de Policía, deben ser los primeros en dar ejemplo. El ser amables no les quita autoridad ni los hace débiles frente al ciudadano o frente al procedimiento que van a realizar.
Ellos deben dar ejemplo, pero son seres humanos, no son infalibles y si no estamos de acuerdo con el procedimiento o el requerimiento que nos están haciendo, tenemos herramientas a la mano, y a la mano es el teléfono celular, para grabar y denunciar si es el caso lo que consideremos es un abuso, si es del caso.
Pero eso no nos da vía libre para que los irrespetemos y mucho menos los agredamos. Lo que sucedió hace dos semanas en el sector de Las Delicias o el atentado del martes anterior en el barrio Príncipe en Tuluá no puede volver a repetirse.
¿Cómo es posible que alguien atente contra la vida de un servidor público porque simplemente está haciendo su trabajo? Eso no puede suceder y llamo a la reflexión a aquellos que cohonestan con esas actitudes agresivas y las justifican.
Una cosa es una cosa y otra muy distinta que nos convirtamos en cómplices de conductas delictivas, así sea con nuestros comentarios en redes sociales.