O al gobernante no le interesa que lo vean recular o a alguien no le hace mella que el país haya salido de un aprieto y no se precipitara en un cuello de botella con la salud.
Habíamos dicho aquí que para octubre la situación de las IPS (clínicas y hospitales) los llevaría a licenciar personal cuando no a cerrar muchas de esas instituciones.
Las EPS, intervenidas o no, bramaban en distinto tono por la asfixia que el gobernante les daba como respuesta al traspiés de la reforma a la salud en el Congreso. Pues la semana pasada el director de la Adres, la entidad encargada por las normas actuales de repartir los aportes que la nación debe entregar para el funcionamiento de la salud, informó que en el mes de agosto consignaron 7.2 billones de pesos al sistema.
Para ello les otorgaron directamente y en total a las IPS 4.66 billones, sumando las del régimen subsidiado y el contributivo.
A las EPS les reconocieron 2.33 billones. En otras palabras que la operación asfixiante con la cual el gobernante quería manejar las relaciones con el sistema de salud, ha cesado y en palabras que entienden todos los colombianos, han reculado.
La noticia no es solo buena para tantas clínicas y hospitales que veían venir los pelotones del descontento popular y perdida la ilusión de seguir prestando el servicio en forma rentable pero necesaria.
También lo es para las agonizantes EPS que más temprano que tarde, con reforma o sin reforma, cesarán en su manera de entender y practicar el negocio de intermediación en los aportes a la salud que estado, patronos y trabajadores deben entregar mensualmente para que el país no desbarate su deficiente, pero vital estructura de prestación de servicios sanitarios.
Lo que si debe preocupar a los frenéticos defensores del gobernante es la manera casi sigilosa como se hicieron tales consignaciones pues asalta la duda de si al gobierno Petro le da pena recular en público o sus asesores de imagen trabajan para los enemigos de la izquierda gobernante.