Y aplicada en forma diaria y constante es necesaria para atender las miles y miles de inquietudes de los gobernados por cuanto las necesidades son demasiadas y el tiempo apremia en un mundo que camina a pasos acelerados, sin dar tregua ni descanso.
Con mayor razón, la prudencia nunca podría alejarse del trabajo diario de nuestro presidente en relación con la actitud de otros mandatarios sea quien sea, y en lo que a nosotros respecta, con Estados Unidos, si tenemos en cuenta, que es el país con quien tenemos relaciones comerciales muy importantes, hasta tal punto que la dependencia ha sido históricamente permanente, por tratarse de una Nación desarrollada que nos supera ampliamente en su crecimiento económico.
Pelear con Estados Unidos se convierte en una pelea de “tigre con burro amarrado”, siempre llevaremos las de perder, y en sentido contrario si conectamos los lazos de amistad que por milenios se han conservado, es muchísimo más los beneficios que obtendremos, y así ha sido a través de los años, cuando aumentamos nuestras exportaciones, en tres productos en donde somos fuertes, como son el café, el banano y las flores, tendremos muy buenas divisas que nos permite mejorar las condiciones de vida de todo el pueblo colombiano.
Y esta cualidad, no debería funcionar solamente en las relaciones entre mandatarios de países, sino que es indispensable llevarla a los departamentos y a los municipios, porque para gobernar, así sea, en grande o en pequeño, se necesita la prudencia, para que nadie se sienta excluido de los beneficios que le corresponde distribuir a cada mandatario. Trabajar por el bien común, incluye tener sabiduría y prudencia, es obedecer a la Carta Fundamental, es cumplir la ley, es conocer a fondo las aspiraciones de cada uno de los gobernados y tener en cuenta en todo momento, el respeto al otro, que nadie se sienta humillado, sino antes bien, que sea enaltecido por vivir en un país en paz, como principio fundamental de la convivencia.
Lo sucedido con el presidente Petro y su posición ante el manejo de los inmigrantes colombianos, no deja de ser “un trago amargo” que debe ser olvidado y aprender la lección, porque se debe buscar en primer lugar el bien colectivo antes que el particular. El bien general estará siempre por encima de posturas individuales que, sin la prudencia necesaria de los hombres libres, se convierte en un descalabro y el pueblo sufrirá las consecuencias, más temprano que tarde.
Estamos en un mundo globalizado, en donde es mejor gobernar con mano tendida y no con el puño cerrado, de lo contrario todos vamos hacia el abismo sin consideración alguna. El tiempo de las confrontaciones ideológicas ha pasado de moda, la humanidad quiere crecer en paz, especialmente cuando la tecnología evidencia mayores acontecimientos por venir gracias a la inteligencia artificial, que corre a toda prisa.
Más de 200 años de buenas relaciones con Estados Unidos, no se pueden borrar en una sola decisión del amanecer cuando el sueño y el cansancio agotan a las mentes más lúcidas.