Así quedó demostrado el fin de semana anterior con los cruces entre la Casa Blanca y la Casa de Nariño, cuando sus dos huéspedes principales cruzaron una serie de ‘trinos’ o de mensajes, ampliamente conocidos y difundidos, que derivó en una crisis diplomática a gran escala que tuvo implicaciones muy grandes, pues se habló de sanciones por parte del país norteamericano hacia Colombia, y desde acá se exigió dignidad hacia los connacionales que son deportados.
Por fortuna esa crisis se conjuró, más allá de lo que opinaron en redes sociales unos y otros, pero estos, los unos y los otros no corresponde a colombianos y norteamericanos, sino a petristas y antipetristas.
En esas redes sociales y en especial, la antigua Twitter, ahora ‘X’, aún no cesan los insultos de un lado y otro. Estas herramientas desde que se masificaron a través del uso de los teléfonos celulares, en sus distintas gamas, se convirtieron en factor polarizante, donde muchos que jamás habían expresado una opinión ahora lo hacen ‘libremente’, pero lastimosamente, pensado en extremos, sean de derecha o izquierda.
En lugar de unir, siempre hay una discordia. A eso se les suman las llamadas ‘bodegas’ que se nutren con infinidad de perfiles falsos, apoyando o denigrando, según sea la conveniencia.
Se inventan noticias, algunas se cuentan a medias y otras tienen la trascendencia que, tal vez, no deberían, pero es el poder y la ‘dictadora’ de las redes sociales.
Y para acabar de completar, muchos medios de comunicación van al ritmo que estas, las redes, les marcan o les imponen, donde lo más importante es un ‘like’ o una interacción, sacrificando muchas veces el contenido.
Y para rematar, están los líderes y quienes en realidad ejercen el verdadero ‘poder’ que utilizan esas redes para formar opinión a su amaño y antojo. He ahí el verdadero riesgo, que aumenta con aquellos gobernantes que son propensos a deleitarse con los trinos, aunque minutos más tarde deban borrarlos.
Así que prudencia, pensar antes de…