“…estamos transitando un camino peligroso; la gente del común se está tomando la justicia a mano propia …”
Así como que el Código Penal Colombiano, nos exime de cualquier responsabilidad legal cuando por ausencia de ese Estado y sus autoridades policiales o militares, tengamos que actuar en defensa propia o en autodefensa, como se quiera definir, para preservar lo que tenemos, ante una amenaza comprobada, sin importar los medios que debamos utilizar ante dicha amenaza. Dicho lo anterior y ante la multiplicidad de juicios y opiniones morales de quienes no lo han vivido o piensan que jamás estarán ante una situación, donde se tenga que actuar o morir miserablemente, como le pasa a diario a cientos de ciudadanos en lugares con ausencia de la ley como Bogotá, Cali y Medellín o en algunas provincias donde unos pocos actores armados se aprovechan de la debilidad de la Justicia y los mensajes de indulto y dádivas económicas o en casos insólitos, donde se ofrecen estatus de gestores de paz a cambio de que no sigan delinquiendo, mensajes que acrecenta como gasolina para el fuego a esos jóvenes, en su mayoria, que entienden que delinquir vale y hasta paga. Así que estamos transitando un camino peligroso donde gracias a ese Estado, irresponsable y sin eficacia ante el crimen, la gente del común se está tomando la justicia a mano propia, lo que nos llevará en el futuro inmediato, a una forma más de guerra civil que seguirá cobrando la vida de jóvenes de lado y lado, dejando familias destruidas y una herida difícil de sanar en el corto tiempo. Es pertinente entonces que todos exijamos a nuestros gobernantes volver al camino de la seguridad, como eje principal de la sociedad. Sin seguridad no hay nada, sin seguridad imperará el caos y la única forma de contrarrestarlo es estar preparados, alerta y decididos a utilizar el derecho humano a la legítima defensa. Qué bueno sería que nuestro congreso, elegido por nosotros, los electores, le hicieran como les obliga la constitución, un control político a los ministros de Defensa y Justicia, ya que ellos son los responsables por las muertes causadas o por las vidas que se puedan preservar. Con una justicia que no cumple su objetivo, con unos Ministros que desconocen sus funciones, con unos comandantes de Fuerza Pública desleales al juramento ante su pueblo y ante Dios y con un Gobernante amante del caos, solo queda el derecho inalienable y moral a la legítima defensa. Dios salve a Colombia.