En el país se declara legal la cultura de la muerte para los niños desde el vientre materno, según las declaraciones de los defensores del derecho a la vida, consagrado en la Constitución Nacional, pero hoy vulnerado por la propia Corte Constitucional al decidir que se puede abortar libremente hasta cuando la creatura alcance los seis meses de gestación, creando una confrontación directa entre la sociedad, que tiene posiciones diferentes y profundas en este tema de por sí complejo y también crucial, que hasta ahora no se ha podido resolver a cabalidad.
Una tempestad, que aún no se calma, levantó esta decisión del máximo órgano constitucional, y con razón, pues toca las fibras más íntimas de todos los colombianos que viven atropellados por miles de mensajes que relativizan el valor de la vida y especialmente es vulnerado cuando se legaliza la muerte del infante a los seis meses.
El error principal consiste en que se debate el derecho de la madre y se deja por fuera el derecho del niño a nacer vivo, que está completamente desprotegido y al mismo tiempo se abre la nada fácil reflexión sobre el momento en que se inicia la formación de la persona humana en el vientre materno, y compartimos la posición de la Iglesia, que la vida comienza desde el momento de la concepción.
Abundan los ejemplos a todo nivel, de las personas que nacen con discapacidades y pueden llegar a tener una vida digna y feliz, además, existen fundaciones que son ejemplares en la atención a las niñas embarazadas desde los 11 años de edad y que han decidido no perder la creatura.
Es muy posible que, de ahora en adelante, aumenten los números de casos de menores de edad que, al verse libres de ser sancionadas, se entreguen a la liberalidad en el asunto de las relaciones sexuales y saben que pueden abortar sin ningún problema, pero ignorando las nefastas consecuencias que deja este acto abominable en la persona para todo el resto de su vida.
Ahora el país entero se entera que el Congreso de la República se ha negado en veinte oportunidades a reglamentar este fenómeno, pues le corresponde legítimamente y no es la Corte la llamada a legislar y establecer leyes de comportamiento en la sociedad.
Está comprobado que el embrión se transforma a los 9 meses y se inicia la gestación de la persona, lo que significa que se está matando a una creatura indefensa, que pudo convertirse en un hombre o una mujer valiosos para la comunidad en general.
Ya se contemplan los casos en que se puede abortar sin ser objeto de sanciones legales, como cuando es producto de una violación, cuando hay malformación del feto y en tercer lugar cuando peligra la vida de la madre.
De ahí a llegar al extremo de generalizar la muerte del bebé, es un acto irresponsable, porque se está quitando la vida de un ser diferente, de otra persona, que tiene un ADN distinto a todo el mundo desde la concepción.
Ahora lo que el gobierno y el Congreso deben obligatoriamente establecer de inmediato es una política de prevención del aborto, de protección real de los y las adolescentes, de propender por una cultura de la vida y, de fomentar la responsabilidad en las relaciones sexuales.