Desde los Cronistas de Indias, mucha tinta ha corrido por los que quieren documentar lo que ven, sienten y viven a través de un territorio, de una geografía que apenas empiezan a recorrer o que de pronto por sus particularidades, o por la especificidad de sus pobladores se les convierte en una obsesión que merece contarse.
Luis Tejada, Jaime Barrera Parra, Germán Castro Caycedo, Juan José Hoyos, Juan Gossain, Alberto Salcedo, para citar algunos, han hecho un notable registro de esta manera de abordar la literatura que transita por la frágil línea que separa la realidad de la ficción. Si es que estos dos matices de nuestra cotidianidad pueden en verdad separarse.
De esta estirpe de narradores es Cristian Valencia que hoy nos entrega una recopilación de sus trabajos, publicada por Tusquets, bajo el título de “El Quijote anda en burwro y otras crónicas”. Libro conformado por 28 de sus historias que nos iluminan sobre una Colombia que nos negamos a reconocer y, a la que paradójicamente le debemos nuestro mayor homenaje. No es sino pensar en las gentes de los Montes de María, o en los ribereños del río Grande la Magdalena.
Y, como no tener siempre presentes a quienes desde el Chocó sufren y gozan en una de las regiones más ricas del planeta, o a los estigmatizados de San Vicente del Caguán, por el sólo hecho de haber servido como territorio de una paz fallida.
Como no ser solidarios con aquellos compatriotas que deambulan por nuestras ciudades ejerciendo los más disímiles y extraordinarios oficios, jugándose muchas veces la vida, mientras nosotros gozamos de una renovada y vergonzosa estulticia, que nos mantiene atrapados entre el celular y el gimnasio, donde cuidamos el peso, pero abandonamos el cerebro.
Por eso celebro este magnifico libro que finaliza con una esperanza cifrada en nuestra música, en especial, la que nos ofrecen la Orquesta Filarmónica de Bogotá y las notas de Batuta.