Justo cuando pensaba que nada podía ser peor, escuché la diatriba del ministro del interior Armando Benedetti en contra de una magistrada de la Corte Suprema de Justicia, quien, según lo indicado por el propio funcionario, lo investiga desde hace ya siete años por conductas ligadas a presuntos actos de corrupción.
Aunque ya lo habíamos escuchado en los famosos audios filtrados a la Revista Semana, donde la emprendió contra Laura Sarabia, mano derecha del presidente Petro, la salida a medios en la presente semana ratificó la bajeza moral de este funcionario que está lejos de representar los intereses del pueblo colombiano.
Pueda que le asista la razón y que se sienta víctima de una persecución como él lo ha señalado, pero no es motivo para que a través de sus redes sociales y medios tan prestigiosos como La W radio saliera a llamar a la magistral Lombana loca, desquiciada y hasta de HP. Esa cantidad de improperios ratifican que tiene que seguir trabajando muy fuerte en su yo interior para poder descargar el odio y el resentimiento que se alberga en su ser y que es fácil encontrarlo con solo mirarlo a los ojos y comprobar que quien tiene aspecto de desquiciado es el propio Benedetti.
Un flaco favor se hace al presidente Gustavo Petro al sostener a un funcionario con esas actitudes, pues fácilmente el siguiente paso será pasar de la agresión verbal a la física, como cuentan pasó con su esposa en Europa y pues como él mismo lo reconoció en la entrevista con el noticiero de Julio Sánchez Cristo, no está en en condiciones óptimas para liderar las políticas del gobierno y mucho menos defenderlo con argumentos más allá de la ira y el insulto.
Sostenerlo en el gabinete acelera mucho más el desprestigio de un gobierno que se sigue desdibujando en el imaginario popular. Benedetti representa la anti política contra la que los jóvenes del país votaron mayoritariamente en la pasada contienda electoral llevando a Gustavo Petro a la Casa de Nariño.









