En otra oportunidad leí los fragmentos del diario de Ramón, el creador del universo de la película Rodrigo D-No Futuro de Víctor Gaviria, todo ese contexto carente de oportunidades, lenguaje rápido e intrépido, pobreza, y talentos en potencia, está en los escritos de Ramón; su conexión con la muerte no era mística, era política: vivía en un territorio abandonado por el estado, golpeado por la presencia policial, militar y de grupos armados ilegales, ese abandono y aislamiento son decisiones políticas.
Universo Centro publicó Querido diario, allí están algunos fragmentos de lo escrito por Ramón, el narrador grandioso, lleno de reflexiones contundentes y profundas, con tan solo 16 años escribía vainas así: “Luego, más tarde todos por el rancho saboteando hicimos un teatro más bien hecho, Chao y Tobón hicieron de a un tiro y yo me hice el muerto, caí al suelo, me llevaron cargado y salió todo el barrio y nosotros muertos de la risa. Todo bien hecho. Ah pocas veces que podemos hacer estas cosas los jóvenes. Gozar nuestra juventud”.
Entonces, pierden a el Gringo: “Le destapé la cara y lo pude observar. Era el gringo quien había cerrado los ojos para no abrirlos innecesariamente. Sentí que me iba a cubrir de lágrimas (…).”Gringo, ya supiste lo que era la muerte y te moriste, no? Quién es el siguiente? Y por qué? Cualquiera se muere o no?” Ramón Correa, un ángel de la muerte, el cronista de los jóvenes que murieron pronto, coguionista de Rodrigo D-No Futuro, fue asesinado poco después de llegar del Festival de Cannes en el año 1991. No sé nada sobre la muerte, pero sé que perdí a Ramón, su universo y su escritura, gracias a él sé que perdí al Gringo y a un montón de jóvenes anónimos. Probablemente mi verdadera certeza es que “la muerte de cualquier hombre me disminuye, porque estoy ligado a la humanidad” (John Donne).