Hace unos días, dialogando con el politólogo tulueño, Víctor Manuel García Giraldo abordamos un tema que, aunque la verdad sea dicha lo había mirado no me había detenido a analizar la implicación que tiene para el futuro inmediato y lejano de Tuluá como cabeza de una gran región.
Ese tema tiene que ver con la hipermega concentración que se está dando en el sur del Valle del Cauca y que de continuar así estaría condenando al centro casi que a un aislamiento completo.
El panorama se hace más gravoso si se tiene en cuenta que los habitantes de Candelaria, Dagua, Jamundí, Palmira, Puerto Tejada, Villa Rica y el Distrito de Santiago de Cali irán a las urnas el 24 de noviembre para decidir si aceptan o no, conformar el Área Metropolitana del Suroccidente de Colombia, lo que sería un golpe de mayor impacto.
Pero lo que más preocupa es que mientras eso pasa en el sur del departamento, en Tuluá e incluso en el centro del Valle nuestra dirigencia está cerrada en una pelea interna meramente política y están perdiendo de vista ese fenómeno expansivo que se está dando en el sur vallecaucano. Basta con mirar cómo se están jalonando proyectos como el tren de cercanías, los proyectos hacia el puerto de Buenaventura y la misma vía a Cali- Mulaló que se llevarán gran parte del presupuesto asignado por la nación para el Valle del cauca.
Hoy más que nunca toma fuerza una postura que hace años esbozó el escritor Gustavo Álvarez Gardeazábal, quien en una de sus peroratas propuso la creación del departamento de Céspedes como una manera de desligarnos de ese centralismo enfermizo que se presenta desde hace años.
Es hora de reaccionar y que nuestros dirigentes salgan del marasmo en el que se encuentra y vean más allá de los contratos electorales que suscriben cada cuatro años y se dediquen a formular iniciativas que si bien es cierto no pueden frenar esa hipermega concentración del Sur del Valle, pero sí poder competir con ese monstruo que se levanta amenazante.