Una de las plataformas digitales de transmisión de series y películas nos trae una obra en la que nos recuerda la tragedia vivida en un glaciar de los Andes en 1972, donde un vuelo de la Fuerza Aérea uruguaya cambia la ruta por las difíciles condiciones climáticas y choca con la montaña, dejando a 29 de sus 45 pasajeros con vida y una de las lecciones más impactantes de la historia de la humanidad.
A pesar de la tragedia misma, los sobrevivientes nos recuerdan la capacidad del ser humano a adaptarnos a condiciones extremas, a la majestuosidad de nuestro planeta y la fragilidad de nuestra naturaleza.
Fragilidad que la colom-bianidad nos recuerda a diario. La semana pasada en la vía Quibdó – Medellín, donde se conecta el centro con el noroeste del país, una tragedia cobra la vida de casi 40 personas, deja 20 heridos, y hasta el momento, un número indefinido de desaparecidos.
Infortuna-damente, no es la única desdicha que se ha vivido en esta vía: en enero de 1998 un bus cae al Río Atrato dejando 9 muertos y 38 heridos, en febrero de 2009 otro bus cae a un abismo dejando 25 muertos y 14 heridos, en octubre de 2011 un alud de tierra cae y deja 4 personas sin vida, en junio de 2016 otro movimiento de tierra deja 4 muertos y más de 20 desaparecidos, en diciembre de 2016 un accidente deja 1 muerto y 13 heridos, en julio 2017 un vehículo cae al río, explota y deja 3 muertos; en abril del año pasado una pareja muere por caída de alud de tierra, todo lamentable.
Si bien, la cantidad de lluvia que recibe esta parte del país es mayor a la de otras regiones, lo que causa complejas condiciones climáticas, es triste ese recuento pues solo confirma que ha sido más grande nuestra indiferencia que la hostilidad de la ‘trocha de la muerte’. En más de 15 años en los que el sector ha mantenido obras en la vía, no se han realizado los trabajos idóneos para contener dichas montañas.
El número de víctimas nos dice que esta es una de las vías más riesgosas del país y merece atención especial de todos los entes gubernamentales que les corresponda. El Estado está en deuda con la población de este bello territorio, y es una pena que no tenga la capacidad de llegar a todas las regiones a estabilizar los taludes, vías y mantenerlas en óptimas condiciones.
Sabemos que, aunque criticadas, las concesiones y sus peajes solucionan buena parte de las necesidades viales de la nación y es claro que una vía de calidad mejoraría la vida de los habitantes del territorio y brindaría seguridad a quienes la transitan.