Un mes para pensarlo. Nunca antes en la historia reciente de Tuluá se había vivido un momento de tanta incertidumbre pre electoral como el de ahora donde se percibe una ciudadanía perdida en el horizonte y un abanico de aspirantes llenos de buenas intenciones, pero con propuestas que parecieran no concitar la atención del elector, pues en esencia y como decimos en la calle de manera coloquial son más de lo mismo.
Lo que pasa en Tuluá es sin duda el reflejo de lo que pasa en el territorio nacional con un régimen presidencial liderado por un Gustavo Petro que va de tumbo en tumbo y con ínfulas de caudillo de los 50, cuando la gente era sacada a la calle para mostrar un respaldo mayoritario que en la práctica ya no tiene y que podría recuperar si se baja de la X (antes Twitter) y se dedica a gobernar para todos los colombianos.
En ese orden de ideas y volviendo al génesis de esta columna debo decir que ante la pregunta que a diario me hacen de por quién voy a votar o recomiendo hacerlo, solo puedo responder que usen estos 29 días que aún faltan para que escuchen, lean y vean las propuestas de los nueve candidatos en contienda y escojan la que responda no solo a sus expectativas personales, sino a las de un municipio que debe continuar avanzando en medio de todos los desafíos por afrontar.
Lo que sí tengo claro es que no voy a votar por candidatos con aires mesiánicos, esos que creen que solo ellos tienen la solución a todos los males de esta patria chica, que usan la estrategia del miedo para cazar electores y que desde el montículo que escogieron como trono para vivir, esperan la desgracia ajena para sacar réditos y satisfacer sus caprichos personales.
A manera de colofón le podría decir amigo lector que por fortuna esta endeble pero a la vez hermosa democracia le permite elegir y hágalo en libertad, piense en el municipio que vive y el que desea dejar a las futuras generaciones. El 29 de octubre será usted en el cubículo el que toma la decisión.