La última vez que hablamos me propuso tomarnos un café para contarme cómo iba su proyecto de ser concejal de Tuluá, escenario donde soñaba con dar debates sobre los temas que le apasionaban.
Ese café nunca llegó, pues la espiral de violencia que parece aferrada a los tuétanos de esta sociedad le apagó la vida a sus 35 años, aunque a decir al hablar con Alejandro Forero Valderrama parecía que había vivido por adelantado varias décadas.
La amistad nació de manera espontánea y se cultivó con base en el respeto de las diferencias, pues en muchas ocasiones no estuvimos de acuerdo sobre las posturas frente a muchos temas de la política local y nacional, diferencias que se zanjaban con una taza de café y las tortas que tanto disfrutaba.
Hoy las redes sociales y de manera especial el Facebook ya no cuenta con uno de sus más avezados comentaristas y nos quedamos sin saber qué habría dicho de la Feria 66 que recientemente concluyó o de las últimas novedades del gobierno Petro, a quien le apostó por sus propuestas de cambio y de quien como muchos colombianos se había empezado a desencantar.
No me corresponde a mí aden-trarme en elucu-braciones sobre los orígenes y/o autores del atentado, porque esa es una tarea de las autoridades, las que habrán de determinar las razones para que actuaran con tanta sevicia y determinación en contra de Alejandro Forero Valderrama.
Estas líneas son un homenaje a un amigo, a los hombres libres, a los que sueñan con cambiarlo todo. A un hombre que sin duda cometió errores, pero con el que forjé una amistad respetuosa y a quien siempre vi como el Quijote que luchaba contra los molinos de viento.
Estas líneas son una invitación a valorar a las personas los diferentes momentos que la vida nos permite disfrutar, pues no sabemos cuándo será el último.
PD. Hablando de amistad, que bueno es contar con eventos como la Feria de Tuluá donde nos reencontramos con los amigos de siempre, nos reímos y recordamos los momentos ya archivados en nuestra memoria.