Según contó el mismo escritor, el joven se acercó a él con un ejemplar de su libro “Cóndores no entierran todos los días” para pedirle un autógrafo, pero lo que vino a continuación fue aún más impactante.
“Cuando estaba terminando de firmarle a Kevin, desató una tempestad de palabras de elogio a mis cóndores y cuando yocreía que había terminado se abrió ante mis ojos los botones superiores de su camisa y nos mostró a los que me rodeaban que se había tatuado en su pecho un cóndor con las alas extendidas y dijo que lo había hecho en mi honor”, explicó en su columna de hoy en EL TABLOIDE el también exalcalde de Tuluá.
Este gesto, sin duda, conmovió al escritor, quien se sintió honrado y agradecido por la profunda conexión que su trabajo había logrado con su fanático lector.
“Me ha aumentado desde esa noche una responsabilidad inmensa sobre lo que todavía puedo escribir y lo que generaría en lectores muy ajenos a mi edad”, expresó finalmente el escritor.