Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí.
Entonces los justos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos comer? Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis.
Este apartado del capítulo 25 del evangelio de San Mateo, fue la inspiración para poner a rodar una obra social que ya completa doce años en la Villa de Céspedes.
Cómo nació
El artífice de la misión es el abogado tulueño Diego Antonio Candamil Rengifo, un católico practicante que tras caminar seis años en el Sistema Integral de Nueva Evangelización y asistido a infinidad de encuentros, charlas, retiros y hasta diplomados en teología, decidió hacer un alto y se cuestionó sobre lo que estaba haciendo y cómo estaba retribuyendo todo lo que el Padre le daba.
“Como las cosas de Dios son perfectas, me puso en el camino a Wilson Gómez y otros hermanos que como yo, se cuestionaban sobre la manera en la que estaban practicando su fe”, dijo Candamil Rengifo en diálogo con EL TABLOIDE.
Recuerda que la primera reunión se llevó a cabo en el barrio Sajonia y en ella se acordó que el sábado siguiente entregarían 20 platos de comida y en esa primera jornada salieron 40 raciones y la cifra ha ido creciendo y por estos días son más de 180 comensales los que llegan a la carrera 31 del barrio Céspedes.
Misericordia divina
“No es fácil mantener una tarea social, pues cada día son menos las personas dispuestas a colaborar, pero como es una obra inspirada por Dios es él quien provee todos los recursos para que cada jornada sabatina sea exitosa.
La convocatoria la hacemos durante la semana a través de un grupo de WhatsApp llamado Alimentando a Jesús y la respuesta es positiva, pero hay días en que esos aportes flaquean y empieza Cristo a padecer, pero eso sí nunca dejamos de ofrecerles un plato digno a estos hermanos que, por diferentes situaciones, han hecho de la calle su hogar”, comenta el jurista egresado de la Unidad Central del Valle.
Ni siquiera en pandemia, cuando el gobierno ordenó el encierro, se dejó de cumplir la tarea y se la ingeniaron para entregar los alimentos, pues era un momento crítico y los habitantes de calle estaban más solos que nunca.
Hay dificultades
Aunque es un hombre de fe, Diego Antonio Candamil Rengifo, reconoce que hay momentos en los que tirar la toalla es una opción, pero recuerda que esa obra es de Dios y no suya, toma aire junto a sus amigos de causa y que pertenecen al SINE, Emaus, Lazos de Amor Mariano, y vuelve a empezar de nuevo.
“Ahora mismo tenemos una situación compleja, pues a raíz de lo que pasa en Tuluá los precios de verduras y otros productos están por las nubes”, comenta el hombre de leyes.
Una de las características que tiene la comida que se sirve es que posee sazón casero.”Quizá el secreto es que cuando estamos preparando los alimentos estamos orando el Santo Rosario y por eso la sopa de arroz con menudencias o las lentejas tienen el sabor de mamá”, asegura.