Esa frase pronunciada por el profesor Lozano hace varias décadas atrás, encaja a la perfección por estos días cuando los maestros viven días difíciles ante el cambio súbito de comportamiento de sus alumnos. Situación que se está dando en los planteles públicos y privados de Tuluá y la región.
DATO: Se han detectado casos de niños y jóvenes que han consumido medicamentos de formulación siquiátrica.
Un trabajo de campo realizado por EL TABLOIDE en el que se consultó a varios docentes del municipio permitió establecer un aumento en las conductas inapropiadas de los estudiantes, especialmente en la secundaria. Si bien es cierto la situación no es del todo nueva, sí parece haberse acentuado como consecuencia de la pandemia y que obligó a la estadía de los adolescentes en sus casas.
“Yo estoy sorprendida por el cambio de algunos jóvenes que antes del aislamiento eran aplicados y respetuosos, pero ahora lucen más agresivos y con comportamientos beligerantes, no quieren acogerse a las normas que ya están establecidas. Es como si los hubieran cambiado”, comenta una educadora consultada sobre el particular.
Un reflejo de la situación que se vive en la actualidad es el incremento de las peleas que se dan entre estudiantes del mismo plantel o incluso de otras instituciones que se citan para enfrentarse a golpes mientras que otros graban los videos que luego postean en las redes sociales.
“Lo que más me preocupa es que ya no se a quién le enseño, pues los jóvenes están en un grado de irritabilidad, a tal punto que se enojan porque los saludas amablemente o porque no lo haces y algunos llegan en compañía de otras personas que intimidan solo con mirar”, dijo otro docente consultado.
El común denominador en las respuestas de los educadores es la sensación de sentirse solos, pues cuando llaman a los padres o acudientes, estos asisten con la misma actitud de sus hijos u otros abiertamente señalan que tampoco saben qué hacer ante el comportamiento de los adolescentes en sus hogares.
“Hace unos días atendí a una mamá que, con lágrimas en los ojos, me decía que no sabía qué hacer por el comportamiento de su hijo y si eso lo dice un padre de familia imagínese a nosotros que no tenemos ese rango”, apuntó una profesora tulueña.