Desde hace más de dos décadas existe en Tuluá el Condominio Campestre La Colina, un espacio habitacional compuesto por tres sectores con un ambiente acogedor, rodeado del verde de la naturaleza y alejado del ruido de la urbe.
Y aunque la descripción parezca paradisíaca, hoy los habitantes de esa zona residencial del norte de la Villa de Céspedes sufren un auténtico viacrucis por las deficiencias evidentes en los servicios de acueducto y alcantarillado.
Cansados de esperar
A pesar de que no es una situación nueva, hace solo unas semanas los habitantes de este exclusivo sector tomaron la decisión de hacer pública la problemática, pues se cansaron de las promesas y anuncio de solución por parte de la firma urbanizadora, de la Administración Municipal y de entidades ambientales como la CVC qué ha prestado oídos sordos a los reclamos qué se hacen.


Exigiendo lo justo
Claudia León, representante legal y vocera de los copropietarios le dijo a EL TABLOIDE que la mayor dificultad que hoy afrontan tiene que ver con la calidad del agua que les suministra una empresa que conformaron los propios urbanizadores hace ya varios años y que también es responsable del sistema de alcantarillado.
El agua que se le suministra a los residentes en este sector es captada de una acequia ramal del río Morales, que corre a cielo abierto y que por ende recibe todo tipo de agentes contaminantes.

Administradora
No cabe ninguna duda que lo mejor del condominio La Colina en sus tres sectores es el poder vivir en un ambiente sano, con la más mínima contaminación, rodeados de naturaleza y con una paz que se siente en el día y en la noche.
Es un conjunto que nos brinda toda la seguridad, tranquilidad, estamos cerca a la zona céntrica, hospitalaria y de recreación.
Somos privilegiados en poder tener un lugar seguro para los niños y los adultos mayores, quiénes pueden usar los espacios comunes sin que existan riesgos para su integridad.
Lo que hoy queremos es ser escuchados por parte del gobierno municipal para que se apersone de la situación que estamos afrontando y permita mejorar la calidad del agua y el servicio de alcantarillado acordé con lo que nos ofrecieron cuando compramos las propiedades.
No estamos mendigando nada, pues como ciudadanos pagamos impuestos, por demás muy elevados y nos merecemos un trato digno.
No es posible que en pleno Siglo XXI, con la modernidad y todo lo que la tecnolóogía ofrece no sepamos si somos urbanos o rurales.
Estamos dispuestos a acudir a las herramientas legales que sean del caso para ser escuchados y atendidos.
El agua es sometida a un tratamiemto en una pequeña planta, pero no es del todo potable. «Aquí el agua que consumimos la compramos en el mercado pues los análisis químicos que hemos hecho han mostrado que, por ejemplo, tiene exceso de cloro», explica la señora León.
Pero además del agua también hay dificultades con el sistema de alcantarillado y les preocupa que se sigan vendiendo lotes pese a que la PTAR presenta una evidente deficiencia.
Los indefinidos
Algo que resulta llamativo y que genera dudas es el tema que tiene que ver con el uso de suelo, pues no han podido lograr que el municipio les defina si son urbanos o rurales. «Para algunas cosas nos tratan como urbanos pero para otras somos del sector rural, pertenecientes a La Iberia, un corregimiento que esta a kilómetros de distancia, mientras que nuestras casas colindan con la Santa Cruz y ahora mismo van a urbanizar el predio aledaño», comenta la vocera de esta comunidad que acudirá a las vías legales para que les sean respetados sus derechos.
Para Claudia León, ese limbo jurídico es el impedimento para que Centroaguas les preste ese servicio vital. «Es una paradoja que con red de acueducto a pocos metros no tegamos agua buena para consumo y para los oficios domésticos, pues en invierno el agua que nos venden, más cara que la de Centroaguas, no sirve ni para lavar la ropa, dice la vocera.