Hoy en día, la solidaridad tiene que hacerse camino entre empujones y reclamos, no es que no exista gente servicial o generosa, lo que pasa es que –como dicen los maestros- siempre participan los mismos.
Cada día todos nos enfrentamos a miles de problemas, independientemente de que se traten de situaciones personales, laborales o académicas, a nadie le hace falta un par de pequeños problemas; en realidad no hay problema tan grande o tan insignificante, que no pueda ser remediado con ayuda de una mano amiga, el caso es que, la mayoría de las veces, evaluamos muchas cosas antes de ofrecer una mano, nos cuestionamos: ¿Y eso en qué me beneficia? ¿Y uno para qué hace eso? Y concluimos: No, si no ha pedido ayuda es porque no la necesita.
Y sí, hay que respetar el hecho de que una persona no quiera recibir ayuda; pero también es cierto, que muchas veces no es necesario que alguien la pida para que nos decidamos a actuar.
Más que solidaridad, se trata además del servicio, uno en el que no se espere nada a cambio, hacer lo correcto o sacar de nuestro corazón un donativo de tiempo.
Un sencillo ejemplo es aquel que encontramos a diario en nuestra casa: nuestros padres, abuelos o tíos están haciendo algún oficio, como hacer el almuerzo o limpiar el polvo, puede ser que no se trate más que de un quehacer, sin embargo, si tenemos la disposición y nos acomedimos a colaborar, no solo contribuimos al hogar, sino también a nuestros parientes o también a nuestros amigos, cuando tienen una dificultad personal que requiere un consejo, entre otras circunstancias; incluso, no tenemos que conocer a una persona para poder contribuirle en algo, cada día es constructivo y está lleno de problemas, algunos repentinos, como un accidente; no se trata de cargar con las dificultades de todo aquel que encontremos, sino de ayudar prudentemente cada que tengamos la oportunidad, cuando tengamos el tiempo, la disposición, la actitud y la empatía para hacerlo.
Todos tenemos pequeños problemas, pero todos tenemos formas de contribuir y aunque decidamos no esperar nada a cambio, encontraremos que aquel que es ayudado, ayudará al que lo necesite y así seguirá como una generosa cadena de simpatía, hasta que todos en algún momento nos encontremos con una situación difícil donde nadie pedirá ayuda, pero aun así la recibirá.