Cuando asistí a la inauguración del supermercado Éxito Wow sentí gran alegría por Tuluá, pues me pareció espectacular, bonito, con la mercancía de calidad y perfectamente exhibida.
Sin embargo, en el corto tiempo que lleva con sus puertas abiertas he tenido algunas experiencias incómodas, especialmente en la sección de carnes. La primera fue cuando le pedí al encargado del área que me porcionara la carne para llevarla directamente a la nevera, tal y como lo hacía cuando estaba La 14.
Pero oh sorpresa cuando el joven me informó que primero debía ir hasta la caja a pagarla y luego retornar para poder hacer lo que yo le pedía. Las filas ese día, no solo en los puntos de pago sino también en la misma carnicería, eran largas, razón por la cual decidí no llevarla y, aún más, ir a comprarla a otro lugar.
Un mes después, en medio de un apuro, debí volver a la misma sección pero, esta vez, me encontré con un joven que no pude identificar si estaba enfermo o enguayabado y, sin guantes y ninguna medida de protección, tomó la carne y me la empacó.
Entonces decidí preguntarle: “¿Usted está enfermo o qué le sucede? Y me contestó: “es una virosis”.
Realmente quedé sin saber qué decirle. A los señores del Éxito Wow les aconsejo realizar un acompañamiento más cercano a las personas que tienen trato directo con sus clientes, pues están alejando a muchos de los que acostumbraban asistir al antiguo almacén porque, adicionalmente, varios de los cajeros no han podido cogerle el tiro a su labor y la atención se torna demasiado lenta.
Mucha atención señores porque, de no hacer los correctivos rápidamente, los efectos negativos en la imagen serán irreversibles y no lograrán enamorar del todo a quienes buscan a diario obtener productos de calidad pero sobre todo cálida y eficiente atención.