Hay muchos odios infundados, muchos paradigmas por cambiar, ataduras por desatar y miedos por confrontar. Nos congela la diversidad, nos preocupa romper el molde, evitamos pintar por fuera de la línea, salirnos del renglón, tememos a lo desconocido y lo nuevo por conocer. La buena noticia es que la esperanza se asoma por la grieta donde se cuela la luz.
Este 19 de junio debemos apostar por la vida, debemos apostar por la paz, por el sueño de regalarnos un país que gire hacia un panorama distinto, uno mejor en el que nuestros conciudadanos no deban salir a conquistar tierras extranjeras porque en la nuestra lo tenemos todo.
Colombia nos necesita unidos, salir de las falacias y sofismas de distracción que de tanto repetir creemos que son verdad. Los hechos tienen que impulsarnos a ejercer el voto con convicción y amor, pues nada que se haga con amor puede dañarnos.
Nuestro derecho fundamental a votar no es simplemente marcar un papel con candidatos de nuestra preferencia, con el voto confiamos la administración de nuestros recursos, le damos la oportunidad a un tercero para que tome las mejores decisiones pensando en el bienestar de todos y no solo de unos pocos, es tener la posibilidad de realizar nuestros sueños.
Votar es un acto de amor por la patria, por el futuro de nuestras niñas, niños, jóvenes y adultos, es un acto trascendental para que juntos transformemos el país.
Votemos con libertad, con sabiduría y con ánimo de sacar a Colombia del pantano donde se encuentran nuestros campesinos, indígenas, líderes sociales y tantos más. Un país mejor nos espera.