Quedó plenamente comprobado el mal que hizo a los niños y niñas la educación virtual, de acuerdo con los resultados que presentan las estadísticas institucionales y la gran mayoría de expertos en esta materia y estimamos que la verdad verdadera es la pérdida de dos años lectivos en su totalidad, sin justificaciones atenuantes.
La pandemia del Covid19 destapó la pobreza en que se encuentra una gran masa de la población y por supuesto, la empeoró, con los confinamientos, los aforos y demás medidas tomadas para disminuir la escalada de la enfermedad, hasta tal punto que actualmente aún no se ha podido recuperar el empleo perdido.
Pero, para el caso que comentamos, damos la bienvenida al regreso de los estudiantes a las clases presenciales, porque si algo quedó demostrado es que la virtualidad, aunque tiene su lado positivo, está lejos de ser la panacea educativa y los conflictos salieron a flote, como el aumento de la violencia intrafamiliar, el aislamiento de los niños y niñas que hoy se niegan a asistir a la escuela, la dificultad en adaptarse a la sociedad en las instituciones, el apego al celular o computador en donde se refugian, ocultando los problemas propios de la edad y que se niegan a revelar en público, la tendencia excepcional a eludir la problemática entre sus pares y superar colectivamente los conflictos.
La alegría de los niños en la modalidad presencial es indiscutible, lo estamos viendo, solamente en las aulas se puede aprender a socializar, a aceptar la diferencia, a ser incluyente, a superar las pruebas, a ampliar sus conocimientos de los semejantes y especialmente a aprender y practicar los valores supremos de la vida misma.
No es así, encerrado en su casa, solitario, incomunicado personalmente, lo que trae como consecuencia inmediata la asociabilidad y se comprueba cuando salen a la calle y en los sitios públicos no se apartan de su móvil y sentados, de su computador.
Con todo lo aprendido, ya es tiempo de no ponerle más trabas a los padres de familia y sus hijos para que regresen a la presencialidad gozando de plena libertad para estudiar, jugar y socializar.
Es una necesidad fundamental, así se fortalece el clan familiar, la amistad, se reconoce a los otros, en otras palabras, se construye la sociedad en donde se vive. Y existen muchos factores que favorecen el contacto directo profesor-alumnos, entre otros, el respeto a la autoridad, muy importante en el mundo moderno, cuando estamos viendo tanta violencia, cuando nadie quiere obedecer ni respetar la ley, abusando en cierto sentido de lo que se denomina el libre desarrollo de la personalidad.
De acuerdo con los recientes anuncios de la Organización Mundial de la Salud, es muy posible que estemos llegando al fin de la pandemia, de tal manera, que nada hay que temer por el futuro de los niños que están estudiando en las instituciones educativas.