Las circunstancias históricas confieren a los centros de educación, la obligación de responder uno de los más secretos y dogmáticos desafíos de nuestro tiempo.
La necesaria incitación de la técnica y la seducción de sus resultados inmediatos han inclinado superficialmente a muchos dirigentes de nuestra sociedad al postergar los estudios que se mueven en las esferas de las humanidades, escindiéndolas del área de las ciencias como si éstas fueran las exclusivas matrices de la técnica, sin percatarse que sus raíces se hunden en el suelo del humanismo.
Trascienden así los requerimientos de la utilidad inmediata porque la naturaleza de las ciencias humanísticas consiste precisamente en que ellas son las que dominan la regulación de las ciencias existenciales del hombre.
La técnica tiene un complejo de valores que se concretan en el de la eficacia y su conflicto con las ciencias sociales consiste en que los valores que constituyen estas últimas no son los de la eficacia si no los de la validez. Podría afirmarse que las ciencias de carácter tecnológico atienden directamente a la existencia y al producto de la misma, a la interpretación de sus frutos para ordenarlo y darle calidad.
Es como si su misión fuera mas bien la de refinar y elevar el nivel de la vida humana hacia la legitimidad.
De ahí que la dificultad de estas ciencias en el ambiente social del tecno centrismo no consiste solamente en poner al hombre frente al resultado de los hechos, porque como se dijo ya alguna vez, la realidad es un regalo que los hechos hacen al hombre. Al contrario, los hechos la ocultan y le plantean al hombre la necesidad de descifrarlos.
Por su propia dialéctica la universidad recoge al humanismo indispensable para la comprensión de los hechos en beneficio de la vida humana. Su actitud ponderada, y a veces adusta, la introduce el dinamismo que promueven los hechos sociales, ese dinamismo mediante el cual los hechos sueltos se incorporan a la estructura orgánica de una vida comunitaria al sistema vital de una nación.
A ese nivel de conciencia hay que formular la advertencia a quienes son encargados de orientar nuestra cultura.