Desde que se inventaron los prediálogos entre las autoridades y los manifestantes en una marcha cualquiera de todas las que hoy se realizan en el país, también han aumentado en forma geométrica los bloqueos de las vías, calles y carreteras a lo largo y ancho del territorio nacional, ocasionando lógicamente traumatismos serios de movilidad, en donde la población más pobre es la que paga los platos rotos.
En la capital de la república, casi que existe un sector en permanente bloqueo, como es en el municipio de Soacha, que en definitiva se ignora el motivo de las protestas de encapuchados, pues todo queda en las conversaciones para buscar soluciones futuras que nunca llegan.
Con motivo de las inundaciones, en La Mojana, en el departamento de Magdalena, las protestas y los bloqueos son continuos; en las poblaciones ribereñas a la represa de Hidroituango, en la capital antioqueña, sus habitantes bloquean sus calles exigiendo mayores garantías al gobierno, cuando se inicie el pleno funcionamiento de la hidroélectrica; esta semana apenas se levantaron las mesas de negociación previa entre el gobierno del Valle y los habitantes de Dagua y corregimientos vecinos afectados por los derrumbes de la doble calzada Buga – Buenaventura, a su paso por La Delfina, no sin antes haber ocasionado millones de pérdidas al transporte de carga desde y hacia el puerto.
Igualmente la carretera Panamericana, en el sector de El Tambo y otros municipios caucanos, han sido objeto de bloqueos, en donde los habitantes exigen soluciones inmediatas a los problemas que por siglos han padecido, sin encontrar soluciones concretas, sino que solo se queda en el papel un sinnúmero de puntos que, al final, no resuelven los problemas planteados en largas horas de discusiones que desgastan por supuesto a las partes.
Desde que disminuyó la capacidad de respuesta del ESMAD ante el primer intento de manifestaciones, que pueden ser violentas, la gente se aprovecha de las garantías oficiales y ahora quiere que se les resuelva todos sus problemas a partir de los bloqueos ignorando, lo que significan en trastornos de movilidad para la gran mayoría de la población. No puede ser que en la medida que el gobierno extiende su mano, un sector poblacional se aprovecha de la ocasión para demandar soluciones a partir de hechos de fuerza, sin acudir por lo menos a los mecanismos de participación comunitaria que datan de la Constitución del 91 y el Estado en la obligación de cumplir a cabalidad.
Es imposible creer que los bloqueos entren a engrosar los instrumentos constitucionales propios de la democracia, solamente porque las autoridades competentes no ofrezcan respuesta acertada a las peticiones legales de la comunidad afectada.
Vamos a poner otro ejemplo de gran significación, y es el de la prestación del servicio de energía en las Costa Atlántica, sin resolver año tras año, protestas van y protestas vienen, bloqueos en uno y otro lugar, pérdidas de tiempo que se traducen en caos en la movilidad y que perjudican enormemente a la mayoría de la gente, sembrando intranquilidad, zozobra y miedo. Pues se llega a las medidas de hecho, por la ausencia de una respuesta inmediata y efectiva del Estado.