Recibí en estos días, de una amiga de la juventud, un mensaje que me llamó mucho la atención y que quiero compartirlo con todos ustedes y que permite descubrir una realidad que deberíamos analizar detenidamente. “Un antropólogo mostró un juego a los niños de una tribu africana… colocó una canasta de frutas deliciosas cerca del tronco de un árbol y les dijo: “El primer niño que llegue al árbol recibirá la canasta”.
Cuando les dio la señal de inicio, se sorprendió de que caminaran juntos, tomados de la mano hasta que llegaron al árbol y compartieron la fruta. Cuando les preguntó por qué hacían eso cuando cada uno de podía conseguir la canasta, respondieron: “Ubuntu”, es decir, ¿cómo puede uno de nosotros ser feliz mientras los demás son miserables? Ubuntu en su civilización significa: soy porque somos.
La sociedad de hoy vive del egoísmo, del pensar en cada uno, es una sociedad donde el más fuerte es el que sale adelante, sin pensar en el dolor que pueden estar sufriendo nuestros vecinos. Ubuntu debe ser el término que vivamos plenamente si queremos una sociedad en paz y con justicia social. Es vivir plenamente el nuevo mandamiento de Jesús: amaos los unos a los otros como yo os he amado.
Estamos llamados a compartir, a sentir como nuestro el dolor de los demás. A pensar en función de la comunidad más que en nuestros propios criterios. A pensar más en el beneficio de nuestro municipio, de nuestro departamento, de nuestro país más que en criterios politiqueros que reinan por estos días en todas las regiones de Colombia.
Por eso, al ejercer el derecho al voto, tenemos que votar por aquellos que de verdad nos puedan dar esa seguridad de que se trabajará en beneficio de la región, de cada una de las comunidades y que lidere procesos por medio de los cuales alcancemos la tranquilidad, el trabajo, la solidaridad que tanto necesitamos. UBUNTU tiene que ser entonces un programa de vida para toda nuestra comunidad.