El evangelio de este domingo es un fuerte llamado de atención para nuestra vida de fe, es un llamado a que nos comprometamos de verdad con nuestros criterios de fe aún si a las personas que no están a nuestro lado les gustan o no.
Pedro, en este evangelio de Marcos, acaba de hacer un acto de fe en la presencia de Jesús: “tú eres el Mesías el hijo de Dios vivo” en la versión de San Mateo Jesús pone a Pedro como cabeza de la Iglesia “tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi iglesia” (Mt. 16,18) poniendo así a Pedro como cabeza de la Iglesia naciente.
Sin embargo, cuando Jesús anuncia que su misterio de Salvación será en la cruz, Pedro lo llama aparte para criticar esas palabras de Jesús; ante esto, Jesús lo recrimina diciéndole: “apártate de mí Satanás, tú piensas como los hombres, no piensas como Dios” y aquí está el llamado de atención, cuántas veces en nuestra vida actuamos con criterios humanos y no con los criterios de Jesús; cuántas veces hemos aceptado el aborto, la eutanasia, sabiendo que la vida es un don de Dios y que nadie debe quitarla; cuántas veces hemos aceptado situaciones de pecado en nuestro ambiente familiar para quedar bien con nuestros seres queridos pero renunciando a nuestro criterio de fe.
Es más, en muchas ocasiones hemos renunciado a nuestra fe, cambiando de religión, dejando de comulgar, dejando de orar, dejando a un lado experiencias de fe valiosas como la misa dominical, la vida sacramental, la vida de oración por dedicarnos a otro tipo de cosas que, sin dejar de ser importantes, nos apartan de lo verdaderamente importante que es nuestro encuentro con el Dios de la vida.
Pensar como Dios es volver el rostro a Dios, pensar como Dios es pensar que en cada ser humano que sufre está el rostro de un Jesús que a gritos nos pide su ayuda, pensar como Dios es fortalecer mi vida de oración, mi vida sacramental, mi vida de fe.
Pensemos como Dios para alcanzar la salvación y la paz que tanto necesitamos.