No siempre una despedida es triste, dado que en ocasiones se mantiene la esperanza de un pronto reencuentro. Sin embargo, el adiós de nuestra selección al mundial de Catar duele, porque se tendrá que esperar otros cuatro años para reintentar lograr lo que esta vez se esfumó.
En todo caso, este fiasco constituye una oportunidad para implementar los correctivos a que hubiere lugar. Este fracaso se veía venir. No en vano, en una columna anterior titulada “Colombia al borde de la eliminación”, manifesté mi preocupación, que no se derivó de premoniciones, sino de la observación detallada del fútbol, que venía exhibiendo nuestro combinado en las jornadas clasificatorias.
Varios analistas deportivos han presentado sus versiones con respecto a la eliminación. Entre ellas, se incluyen: falencias a nivel directivo, como la insuficiente designación de especialistas de apoyo, ausencia de filtros para la designación del cuerpo técnico.
A dicho cuerpo se le atribuyen inconsistencias para la convocatoria de los jugadores, problemas relacionados con el manejo del grupo, punto que tiene que ver también con lo referente a autoridad; bajo nivel del juego desplegado, que contempla aspectos como: lentitud, falta de definición a la hora de marcar una anotación, carencia de juego colectivo, entre otros.
Vale resaltar también lo referente a las pugnas internas entre algunos jugadores y entre estos y el director técnico, aserción que se desprende de los reportes televisivos, que se emitieron en su momento.
Desde luego, estos conflictos, de alguna manera, incidieron en el rendimiento, que se requiere para afrontar estas competencias. De todos modos, el nivel demostrado por nuestro equipo tiene que ver también con lo que está ocurriendo en nuestro fútbol profesional, puesto que los clubes que nos han representado en las copas Sudamericana y Libertadores, en años recientes, no han podido acceder a las fases definitorias de dichas competencias.
Así las cosas, será necesario reunir a un grupo de expertos para que aporten luces, que nos ayuden a salir de la oscuridad.
De igual modo, sería recomendable contratar profesionales expertos en potenciar la parte mental de los competidores, puesto que si bien el fútbol, como su nombre lo indica, fluye por las extremidades inferiores, dicho flujo debe recibir desde el cerebro, las órdenes adecuadas y la fortaleza mental necesaria para su implementación.