Se lee en internet que el Smart work (trabajo inteligente) se asocia con el buen uso del tiempo, con el fin de que las necesidades de las organizaciones sean congruentes con las de los empleados. En este contexto, el horario flexible o flexitime, parece constituirse en el punto de equilibrio.
En internet también se lee, que la preocupación por la flexibilidad se originó en los Estados Unidos en 1950 con los trabajos de Norbert Wiener sobre cibernética, pero dicho concepto se hizo más conocido con el nombre de teletrabajo, a partir de la década del setenta. Desde entonces, esta noción se desarrolla en forma variable en diferentes partes del mundo.
La expansión del teletrabajo se debe al deseo de mejorar la productividad, la calidad de vida de la clase trabajadora, y minimizar los tiempos de desplazamiento a los sitios de trabajo, este último punto, de especial preocupación en las grandes urbes. Es indudable que la flexibilidad se empezó a implementar a gran escala, cuando inició la pandemia provocada por el Covid-19, en un intento desesperado por evitar la propagación del virus.
Así las cosas, a partir de este episodio, el Smart work se ha incluido en muchas reformas laborales a través del mundo. Vale señalar que esta noción, además del factor tiempo, también incluye el espacio donde se adelanta el trabajo, dado que, las más de las veces, cualquier lugar puede servir para tal efecto.
De lo expuesto se colige que la esencia del flexitime yace en ofrecer a los trabajadores esquemas distintos de llevar a cabo sus cargas laborales, de tal forma que aquellos puedan pasar más tiempo con su familia. Desde este entendido, se supone que ha de mejorar a la vez, la formación de los jóvenes, puesto que ésta debe tener su base, en primera instancia, en los respectivos hogares.
De manera adicional, cabe tener en cuenta que si bien el trabajo es importante para contribuir a la riqueza de las naciones, como lo anotó el mismo Adam Smith, éste no se debe convertir en un fin, sino en un medio para posibilitar un mejor desarrollo de los individuos.
Es menester tener en cuenta que estudios recientes asumen al ser humano conformado no solo por mente y cuerpo, sino también por emociones, magia y sentimientos, entre otros aspectos. En consecuencia, una mayor libertad para llevar a efecto el trabajo, ha de ser eficaz también para potenciar una formación más integral. Desde luego, las asignaciones laborales deben ser consensuadas, porque de lo contrario resultaría más grave el remedio que la enfermedad.