Hacía mucho tiempo no acudía a un centro de ayudas diagnósticas para practicarme exámenes médicos, entre ellos una resonancia. Como debí esperar y esperar, porque, como yo, había otras personas necesitando analizar sus problemitas de salud, tuve tiempo de observar varios aspectos sobre la atención que se presta en esta clase de sitios, pero especialmente a los ancianos que tienen dificultades para movilizarse.
Cuando llegué al lugar de verdad que me llevé una desagradable experiencia. Primero, porque me correspondió el turno de las dos de la mañana para tomarme la resonancia, aun no entiendo el porqué del horario, pero como la necesitaba, aunque no de manera urgente, llegué muy puntual. El portero, que nos atendió muy amablemente, después de recibir la documentación solicitada, nos hizo pasar frente a dos enfermeras, una de ellas bastante querida y la otra todo lo opuesto. Y es precisamente ahí cuando empiezo a hacerme preguntas, sobre el porqué de la antipatía de algunos de los trabajadores de la salud, cuando se trata de un tema tan sensible. Sobre esta segunda mujer me enteré que era la encargada de operar el equipo, aunque a decir verdad, por su actitud, se siente la piloto de una nave espacial o algo por el estilo. Esta profesional de la salud no dijo en ese tiempo ni una sola palabra, ni siquiera de esas mágicas, como por favor y gracias, lo cual ayudaría a bajar un poco la tensión que se maneja en estos lugares.
Amigas enfermeras y médicos, esto es solo un consejo, porque cuando se sientan mal seguramente van a querer ser tratadas como príncipes y princesas.
Recuerden que lo que hacen por el bienestar de una persona, Dios se los devolverá con creces. La sonrisa y amabilidad con los pacientes debe ser una constante, porque no olviden que unas sencillas palabras de aliento transmiten positivismo y sensación de compañía en momentos difíciles y de mucha tensión. Sin embargo no hay que olvidar que esos gestos y muestras de buena educación, deben aplicarlos frente a clientes conocidos y desconocidos, así mismo ser pacientes y tolerantes con quienes tienen limitaciones y no olvidar utilizar las frases que abren mentes y corazones: por favor, gracias, perdón, permiso y a la orden.
Mejor dicho, no hay mejor espacio para practicar la cortesía. Saluden y despídanse, no hagan esperar y sean puntuales y traten a los pacientes como si fuera la abuelita de la familia.