Iniciamos con el domingo de Ramos la semana santa en la cual renovamos el más grande acontecimiento de nuestra fe cristiana y católica la pasión, muerte y resurrección de Cristo.
El domingo de ramos conmemoramos, es decir, hacemos presente la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén donde, según las escrituras, se nos cuenta que las gentes salían con palmas y alfombraban el piso con sus mantos alabando a Jesús diciendo hosana el hijo de David, mostrando así la admiración y el reconocimiento de la labor que había hecho Jesús en medio de ellos.
Hoy Jesús quiere entrar en el corazón de cada uno de nosotros para transformar nuestra vida y poder así alcanzar la paz que tanto necesitamos en nuestra región y en el país.
El jueves Jesús, en medio de la última cena, nos regala tres acontecimientos que son claves para nuestra fe: la institución de la eucaristía; Jesús se nos da como alimento de vida eterna, “yo soy el pan vivo bajado del cielo quien me come tendrá la vida eterna” (Jn 6, 54).
Además, nos da el ministerio sacerdotal en el cual “hombres tomados de entre los hombres” (Hb 5,1) nos acompañan espiritualmente en nuestro peregrinar hacia la casa del padre, y por último, nos da el mandamiento del amor como una clave para vivir como hermanos. “Amaos los unos a los otros como yo os he amado” (Jn 13,34).
El viernes, con su muerte, Jesús nos procura la salvación, cada una de sus palabras en la cruz son algo así como un testamento de su amor que nos invita a vivir plenamente para acceder al reino de los cielos. Así mismo nos entrega a su Santísima Madre para que sea nuestra madre del cielo: “madre he ahí a tu hijo…( Jn 19, 26)
Para el sábado, en horas de la noche, la Iglesia celebra de forma majestuosa el gran misterio pascual en el cual Jesús venciendo la muerte, resucita de entre los muertos y nos permite la salvación.
La invitación es a que hagamos un alto en el camino y de verdad aprovechemos esta oportunidad que nos da el Señor a través de su iglesia para que nos acerquemos a Jesús y vivamos plenamente nuestra fe alcanzando así la paz que tanto necesitamos.