Esta semana murió mi cacatúa de nombre Valentín, era mi mascota, la que cuando llegaba a casa me recibía con su cántico, levantando sus alas en señal de alegría. Parece mentira que un pajarito pueda transmitir tantas emociones, tantas que, inclusive, puedes llegar a considerarlo un gran amigo. Cuando llegaba a casa cansada y había tenido un mal día por problemas laborales, veía a la cacatúa aleteando apenas escuchaba mi voz, gesto que me relajaba y me hacía sentir reconfortada. Su amor fue incondicional, por esa razón entiendo lo que millones de familias que tienen mascotas en todo el mundo, sienten cuando pierden un animal querido. Hay muchas formas de expresar los sentimientos por esta clase de pérdidas. Ponerlos por escrito en tu diario personal o hacer un álbum de recortes y recuerdos, es algo que ayuda a mucha gente. También te puedes plantear la posibilidad de escribir un relato o un poema sobre tu mascota, hacerle un dibujo o componer una pieza musical en su honor. Todas estas ideas me pueden ayudar a seguir conectada a los buenos y felices momentos que vivimos con nuestro Valentín. Las emociones que se despiertan cuando fallece una mascota pueden ser bastante complicadas y difíciles de sobrellevar. Lo más probable es que esperes sentir tristeza, pero es posible que también experimentes otras emociones. Por ejemplo, te puedes enfadar cuando tus amigos parezcan no entender lo mucho que significa para ti haber perdido a tu mascota. O tal vez te sientas culpable por no haber pasado más tiempo con ella cuando estaba viva. Es completamente normal sentir un amplio abanico de emociones cuando ya no están.
“Es posible que, ante la tristeza que siento, alguien me diga: «¡Si solo era un pájaro!» No le diré nada, lo más seguro es que nunca han tenido el privilegio de tener una mascota.