El título de esta columna pareciera ser la sentencia de la situación actual frente al Covid. En efecto, por todos es sabido que el virus está azotando sin clemencia a la humanidad entera; desde luego, Colombia no es la excepción a esta hecatombe, la misma que ha adquirido visos de dramatismo, derivados de la aparición de la variante Delta que, al decir de expertos, se está extendiendo rápidamente por el mundo, como se lee en internet “Se trata de una mutación que posiblemente se ha vuelto a asociar con una mejor capacidad para evadir las vacunas y con una mayor transmisibilidad”. Este fenómeno está obligando a países de Europa a reversar ciertas medidas que se habían flexibilizado, debido a la disminución de contagios, básicamente ocasionada por los efectos curativos de la vacuna anticovid. Así, en algunos territorios del viejo continente donde se había abolido la obligatoriedad del uso de las mascarillas en sitios ventilados, debido a la aludida flexibilización, se está requiriendo de nuevo su uso, tal como se venía prescribiendo desde la aparición del patógeno. En nuestro país, los médicos han pedido al gobierno derogar el decreto que autoriza la apertura de un buen número de renglones de la economía, que prácticamente, con contadas excepciones han regresado la normalidad a la vida cotidiana. Esto plantea el debate entre preservar los ingresos de capital y el derecho al trabajo, frente a la protección de la vida de los seres humanos, una discusión que todavía sigue latente. Así las cosas, debido a la predicha apertura, se puede observar medios de transporte masivo repletos de pasajeros, que afanosamente procuran llegar a sus lugares de trabajo; dichos trabajadores no tienen otra opción, puesto que no pueden sufragar el costo de transporte personalizado, que lo podría proporcionar un taxi, por ejemplo. Otros ciudadanos deciden visitar centros comerciales o ingresar a salas de cine, actividades que estaban restringidas en el pasado reciente. Por ello, ante el incremento de contagios, que sigue terminando con la vida de miles de personas en el mundo y debido al escenario reseñado, bien se podría decir sálvese quien pueda y quien quiera.