En muchas ocasiones, en nuestro país hemos querido sacar a Dios de nuestras vidas y de la vida política de Colombia. Al redactar la Constitución del 91 nos pareció “una maravilla” pensar que la vida política y social de los colombianos ya no tendría que estar en nombre de Dios, sino que era el pueblo el dueño de toda la realidad de nuestra patria. Luego un artículo de la misma nos decía que había libertad de cultos y que por lo tanto, debíamos sacar todas las manifestaciones religiosas de nuestras instituciones educativas, de sanidad y del estado como si Dios tuviera la culpa de la violencia, la corrupción, el desempleo, los malos gobiernos, del incremento del narcotráfico que es el combustible de la violencia en Colombia, de los malos congresos, la corrupción en la justicia y de todo lo malo que pasa en nuestro país.
Ahora al señor Humberto de la Calle le dio por inventarse “la maravillosa idea” de que la Policía Nacional, que tiene como lema dentro de su escudo Dios y Patria, se tendría que sacar y cambiarlo por otro tipo de expresiones donde no se mencione a Dios por ninguna parte.
Lo que prescribe la constitución sobre la libertad de culto no quiere decir que saquemos a Dios de nuestra vida, quiere decir más bien que respetan todos los credos, los cultos religiosos, las creencias de cada uno, pero en ningún momento se debe entender como sacar a Dios de nuestras vidas y de la vida social y política de los colombianos.
Ese es el gran problema de nuestra patria y por eso estamos como estamos, porque precisamente hemos sacado a Dios de nuestras vidas y la vida política de Colombia, porque lo cambiamos por los medios de comunicación, por el internet, por los paseos, por la vida social, porque no volvimos a vivir la vida espiritual de manera plena, porque ya no vivimos nuestra vida sacramental, porque no cumplimos sus mandamientos, porque nos alejamos de él y no volvimos a rezar el santo rosario en familia. Somos nosotros, y no Dios, los culpables de lo que pasa, entonces ¿porque sacarlo de nuestras vidas?