Ese término es el que deberíamos aplicarles a los oportunistas que se siguen tomando cuantas fotos pueden con los deportistas olímpicos para sacarle provecho a una situación que, en la mayoría de los casos, desconocen.
Es que no solo deben ahuecar el ala esos aparecidos de último momento, sino también esa gran cantidad de malagradecidos, de ignorantes de los procesos deportivos que critican sin conocimiento de causa a los deportistas, no teniendo en cuenta las vicisitudes que la inmensa mayoría de estos jóvenes padece para tratar de obtener un logro, en este caso, llámese medalla olímpica.
Esos deportistas no llegaron a París solo en el avión que los transportó y acompañados de un equipaje.
Como si fueran de paseo. Lo hicieron cargados de sueños e ilusiones. Además, esas ilusiones y esos sueños, no solamente con el anhelo de la gloria olímpica, sino con el objetivo de transformar su futuro y el de sus familias.
Claro, porque ellos han visto en el deporte una de las pocas opciones u oportunidades que la vida les ha proporcionado para ser mejores personas, para cambiar su entorno inmediato. Que nosotros, los cómodos televidentes y cibernautas, solo queramos celebrar triunfos y medallas es diferente.
Eso no implica que el esfuerzo que ellos han realizado durante una buena parte de su vida para llegar a esa competencia, no sea digno de elogios y retribuciones.
Esos que miran con desdén un diploma olímpico o que critican porque se celebra un cuarto lugar, seguramente no jugaron ni con tierra.
Y no es conformismo, es simplemente reconocer el trabajo de unas personas que, portando el tricolor nacional, dejan en alto el nombre de un país que no los apoyó (o lo hace a cuenta gotas) y que solo está atento a los triunfos y victorias, que desconoce los procesos y que está presto solamente a grandes titulares cada cuatro años, pero que el resto de la temporada ni siquiera se da cuenta de la forma en que viven y luchan estos deportistas.
A propósito de ahuecar el ala: “marcharse, abandonar el sitio donde una estaba.
Dícese también de la persona que está quieta o sentada para que se levante y se ponga en movimiento”.